Saliendo del trabajo me encontré con una vieja idea que se había renovado. Estuvimos charlando un rato. Me habló del tiempo que llevaba dando vueltas sobre sí misma. Confesé mi parte de culpa. No le dio importancia, al contrario, me lo agradeció, porque si no hubiera hecho tantos círculos alrededor de nada, seguramente no habría llegado al punto sólido en el que se encuentra ahora. Algo poco habitual en su entorno, me decía. Cuando llegué a casa me di cuenta de que me gustaba desde hacía tiempo, pero fue al mirarla ahora a sus ojos autónomos cuando lo entendí. Y mientras lo entendía, notaba como una parte de mí quería pasar un poco de mí para pensar. Antes de abrir una lata de motivos y cerveza, escribí en la esquina de un periódico un nombre que se me pasó por la cabeza. Lo dejé reposar. Después bebí y procesé. Algo se estaba moviendo desde que me crucé con ella. Un container abierto a contenidos con ganas de llenar. Un escenario rodeado de historias que no han pasado. El cartel
Por Dani Seseña