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Mostrando entradas de mayo, 2014

Cruzando la línea

Se metió la última raya a cuadros que le quedaba aquella noche sin luna ni nubes ni claros. Rodrigo se metió sus rencores de una tirada nasal; pero también sus complejos, sus temores y las frases hechas que nunca hizo, pero que sí dijo. Era la despedida. El soplo del último momento. Tenía que irse puesto con lo puesto, sin mirar atrás y no rayarse en el intento. Tenía que romperle las piernas a ese contexto que había estructurado con empeño en los mejores años de su puta vida. Puta porque ella -la vida- fue la encargada de vender su cuerpo por "dos duros" a la misma muerte. Absorbió hasta la última mentira que él mismo amasó para no sufrir el ardor de crecer. La raya, reconocida su cuadrícula, se rebeló por un momento y quiso bebérselo a él, pero Rodrigo sabía defenderse de la absorción ajena. Era un experto en meterse dentro de sí mismo, lo cual le proporcionaba una defensa perfecta contra los ataques de los aliados mejor disfrazados de aliados. Aún así, la geometría

Cuesta

El caso es que siempre hay cuestas. Salgas o entres, vengas o vayas, te sientes (cómod@) o trasciendas, te cagues en todo o en nada, asumas o cuestiones, barras o dejes acampar el polvo, corras o corras, huyas o viajes, planches o te arrugues, ganes o pierdas, te hundas o nades, vuelvas o te revuelvas, te alojes (en ese hotel) o desalojes la realidad... Siempre habrá una pendiente que hay que allanar. Aunque "cueste"!

Sal de dudas

Entramos en Barrena para la entrevista. Rubén me contó que las últimas palabras que escuchó de ella, antes de que pusiera océano y montañas de por medio, fueron: Sal de dudas . El bar estaba lleno, pero se podía respirar. Las fotos naíf de las paredes y el cóctel de límites marcaban el ritmo y equilibrio entre ideas y palabras. Tardó en entender sus palabras. Sal de dudas . Pero en un tiempo razonable comprendió y entonces sazonó sus mejores recetas con la duda sobre sí mismo ante la muralla del océano impuesto. Aquel día yo quería invertir los papeles y terminé por financiar una idea que Rubén no terminaba de verbalizar. Una inquietud más bien. No me molestaba, una entrevista es una entrevista. Lo curioso es que a veces yo no sabía dónde empezaban las respuestas y dónde terminaban las preguntas... Incluso muchas respuestas eran verdaderas cuestiones, y cantidad de éstas adoptaban el papel de contestación. Y sumando enteros diré que en más de un momento Rubén pensó que él era yo