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Mostrando entradas de 2017

El graduado sostenido

Aquella tarde Pol asumió que tenía que graduarse, la vista en este caso. Fue después de llegar a la mitad del libro de John C. Pash , The Train and Hold (1942)*. En sus páginas encontró: enfoques nuevos; fundidos a negro entre ideas claras; visión doble; horizontes con filtros de colores propios; ojos exteriores; estrés ocular en viñetas; lentillas desapegadas; y un archivo de despelículas** por visionar. Entonces salió a darse una vuelta y volvió -sin marearse en exceso- convertido en otra versión de sí mismo. Es lo que ocurre cuando uno se replantea. Sentía una necesidad desconocida por preguntar y recibir respuesta. La duda, como tal, había perdido su poder absoluto para ser parte de un yo que soluciona cosas, problemas... Un hecho que tuvo mucho que ver con que en mitad del trayecto tropezara con un vídeo, muy compartido en redes, que le llevó hasta una bandeja de salida que a su vez le mandó rumbo a un destino inesperado donde se tomó su tiempo.  Entonces sucedió. 

Cogido por sí mismo

...Con pinzas, papel de fumar, alfileres, etc. Y comprobó que sus raíces pesaban tanto como sus frutos. Se agarró a sí mismo. Se sostuvo. De eso va la película.

Punto y seguimos

Madrid. Daniel Seseña Dentro de pocos días va a hacer un año de aquella noche en que todo pasó, bajo la apariencia de que nada pasaba. El punto de encuentro (también punto y seguido): C/ De Nadie con Travesía En parte. Llevábamos una semana hablando a través de una red social. El trabajo nos unía, el sentido (menos) común nos separaba. Ella vivía lejos y yo cerca. O al revés. ¿Quién sabe? Los mapas son muy relativos. Pero una semana antes del suceso, un link nos reunió en territorio neutro y virtual.  Ella venía de resolver un crimen casi perfecto, yo salía de una película que se me había hecho demasiado larga, y una búsqueda nos llevó al mismo lugar. Ese espacio reservado para los que dudamos por sistema y resolvemos como podemos. Había mucho ruido alrededor, pero nos detectamos inmediatamente. Ella quería conocer el extremo de sí misma, y yo estaba bordeando los límites de una cordillera personal. ¿Qué buscas? Me preguntó. Un camino de vuelta que no me haga retroceder , r

El fin de un final en coma

Aka - name (yokai de ciudad) La otra noche soñé con un ser mitológico muy cabrón que estaba decidido a meterme una antena periscópica por la nariz. Su intención era muy cerebral: conectarme. Pincharme la cabeza, que no el teléfono. Y como no lograba despertar, la maldita antena iba haciéndose hueco entre los tejidos blandos de las ideas menos sólidas. Intentaba razonar con este ser para que me explicara por qué y hasta dónde estaba dispuesto a profundizar. Pero no hablaba. Era consciente de que solo yo le había traído a mi mente para que me puteara a su antojo. Es decir, que tenía que inventarme algo y echarle, y entender por qué estaba aquí. Entonces me di cuenta de que el yokai (bien podría ser un Aka-name ) fruncía el ceño como yo cuando era pequeño. Y tenía la mirada fija en un fin (mi cerebro) que alguien le había marcado como suyo. No tenía pinta de poder pensar, solo ejecutaba una orden de serie. Y cuando estaba a punto de descubrir una pista más, desperté. Sin más. Sin

El crimen y el secreto del chef

Se ocultó entre iguales. Aunque no era responsable, sí había estado presente anoche en la escena del crimen y tenía por tanto más de una papeleta para levantar sospechas. Y "Erre" no estaba para interrogatorios. Las distancias cortas se le dan francamente mal. Sabía que debía desaparecer durante un tiempo y la mejor manera de hacerlo era mostrarse en público. La muerte de "Ese", por otra parte, ya no tenía remedio, pensó. Subió a un restaurante -llamado AL REVÉS- para que se le viera bien. Estaba en el 121 de la Calle En parte. Una idea sin procesar le llevó hasta allí. Es a día de hoy uno de los restaurantes más conocidos y de moda del momento. Y las alcachofas, la especialidad. Cuenta la leyenda que entre sus hojas, "De", el chef, reparte ideas secretas que una vez arraigan en el estómago la sangre las pone en circulación y las transforma en ocurrencias filtradas. Ocurrencias que terminan mejorando y ampliando la materia mental de origen. Después

En blanco, arriba el telón

Qué sensación más rara es levantarte y no saber -durante un rato- ni dónde estás ni qué día es, incluso ni quién eres... No puedo contar cuánto tiempo pasó hasta que empecé a recordar a mi perfil, pero pareció una eternidad. Me dio tiempo a dudar tanto que el sentido de la certeza se esfumó. Y perder ese 'poro' fue como asomarme al abismo e intercambiar miradas con un extremo de mi mismo. Sucedió un jueves de diciembre. Hablé con muchas caras de diferentes monedas, completé conversaciones poco  mantenidas, pero deseadas. Cerré capítulos escritos por recuerdos y contenidos. De puño y letra. Escribí escenas con tinta china sobre papel de reparto. Y al  principio del final empecé a recordar. ...Y cuando lo hice, abrí un álbum de fotos imaginario que pesaba lo suyo; y lo mío. Me inquietaba tenerlo delante, sobre todo porque en más de una casilla no estaba yo... Fotos sobre mí donde no aparecían ni los cordones de mis zapatos. ¿Qué era eso? ¿Cuál era mi papel en esta historia?