Me dice que ha cerrado su proyecto. Qué proyecto , le pregunto. Ayer no cambié la hora. ¿Y eso? Porque yo no me adelanté en verano . ¿Perdón? Pues eso, que no avancé esa hora que todo el mundo avanzó, preferí esperar a que el invierno me devolviera la hora de mi razón. ¡Ah! Y así, Evaristo Utiel , se pierde (silbando) por la recta de la calle Octava . Se va agarrando la muñeca, satisfecho por el dominio del tiempo que había alcanzado gracias a su proyecto personal. Y cuando su figura se diluye con el nubarrón que viene, me doy cuenta de que no he atrasado una hora, sino que la he adelantado. En qué estaría pensando . Y cuando voy a poner en orden el tiempo alguien me da un toque en el hombro. Es Constancio Retén, un informático jubilado. Después, me mira, señala el nubarrón y sin mediar palabra se quita su reloj y me lo da. Después , se pierde por la misma recta.
Por Dani Seseña