Quería investigar en un nuevo estado de ánimo, pero no encontraba ni el qué ni el cómo, aunque sabía dónde podría surgir. La noche anterior le dio una pista. Un sueño ajeno que se coló en el suyo. Unas palabras en paradero conocido entraron en el almacén de ausentes perdidos para gritar en tono de susurro: "Ya está, ha ocurrido". Era la misma voz que pisaba tierra firme con sandalias fabricadas con un mapa de color malva y rosa, y vino blanco. Sólo tenía que dar los pasos adecuados para llegar a la ribera que une la emoción con el fondo de las cosas que tienen que pasar. En otras palabras, tenía que empezar, de una vez, por el principio. Nada de finales terminados por un nudo condicionado por las sombras de otras vidas. En ese mismo momento voló hacia el Oeste para recuperar el Norte. No es que lo hubiese perdido; digamos que lo había dejado en depósito , como tantas listas de temas pendientes (del hilo rojo y leal). En la travesía fue abriéndose paso por distintos
Por Dani Seseña