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Mostrando entradas de 2015

La foto desarraigada

Quería ir a aquella exposición de la que tanto había leído. Llevaba dos meses intentándolo. Soñaba con ella; aparecía en conversaciones propias y ajenas. Se colaba en los recuerdos y en las ideas más absurdas; incluso entre palabras que nunca pronunciaría estando solo en mi salón. Ahí estaba,  dando guerra​ una colección de fotografía que no me quitaba ojo. Instantáneas que cambiaban de fondo según la forma de mirarlas. Una sala a la que, deseando ir no podía ni acercarme. Lo intentaba, llegaba incluso a poner la directa, pero  algo ​siempre terminaba expulsándome de la ruta. Un mensaje, 140 caracteres, un link vacío, acordarme de un asunto pendiente, de una llamada... Todo valía para no ir. Y así un día tras otro... Noche tras noche. Las fotos con fondos cambiantes me llamaban, pero no podía estar delante de ellas. Era todo un boicot a mi intención. ​Ayer, sin embargo, en una jugada consciente -mientras me desvelaba a las 4 de la mañana- encontré una fórmula p

Soul

Levantarse, autoconvencerse, reanimarse, no lamentarse, mirarse, palmearse, sentarse, dirigirse a, puntuarse, afinar, dejar de prepararse, reaccionar... Son reglas que Ella gestiona cada mañana. O en mitad de la noche. Da igual 'la trama' horaria. Lo importante es construir cada día ese fuerte que sostenga su estructura, porque la coyuntura se hace. Se lo repite una y otra vez, siempre añadiendo un elemento nuevo, una nota más. Ella es así, muy de incorporar y reciclar, nunca de aniquilar. Todo este ritual empezó cuando perdió a su hermana pequeña en un accidente de tráfico. Viajaban juntas, pero sólo llegó ella. Lo superó con cada centímetro que compone el tiempo. Pero todavía le cuesta entender que su gran amiga y hermana no va a ser su cómplice nunca más en tiempo real. Gracias a los infinitivos y las subordinadas que nunca pronuncia puede con ello, que no con todo.  Aquel viaje que nunca empezó iba a ser el despegue para ambas. Un trayecto por convicción a la t

Rescoldos archivados

Se había quedado dormido mientras concentraba su mirada en el fondo de la forma. En la primera parte del sueño viajó a una ciudad que flotaba en mitad de una idea, más o menos pensada. Antes de llegar al ecuador construyó dos castillos en un aire poco respirable. Antes de despertar tuvo una pesadilla consigo mismo: se levantaba prematuramente y en lugar de tobillos tenía el mundo a sus pies; pero era... todo un mundo caminar por él. Así que sólo podía andarse con rodeos. Y cuando despertó se había transformado en un rumor. Y eso ya no era un sueño. El día anterior la chica que tenía interés por él giró la cabeza (mirada incluida) y del quiebro le provocó un esguince cerebral. Quizá de ahí que mutara de cierto a rumor. Se sentía cierto, pero muy de pasada y como no podía confirmarlo se cosió a una duda tan sólida como razonable. Ella, la chica, no era consciente porque nunca vivió el vínculo con la misma intensidad que él aplicaba a cada momento de su vida. Y era más de negar q

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Después de una pedorreta, dos cortes de manga y una hostia con la mano abierta al mismísimo aire, Roberto decidió que era el momento de saltar por donde había venido y continuar escribiendo aquella página que nunca estuvo en blanco. La pedorreta se la dedicó a sí mismo tras una discusión con un mal gesto; el corte de manga era pura descarga de adrenalina sin filtrar; y la hostia, un movimiento de impotencia contra nada (el todo que pasa por delante y nunca se para a mirar). La hoja, que durante muchos años se disfrazó con letras, espacios, verbos y giros sin sentido, ya no dominaba la situación. Roberto desveló el secreto después de muchas vueltas, que no a lo mismo. Había mucho que escribir. Y ya con la ansiedad desalojada del cuadrilátero. "Calor. Collage sobre papel" (Erre Gálvez - erregalvez.com ) La primera frase salió por sí sola. El resto fue llegando por su propio pie. Un capítulo, el que correspondía a los primeros días del cambio de siglo, tiñó la habitaci

Se alquila su vida

Cayó rendido y después depositó el último suspiro en un vaso vacío con forma de zapatilla sin pisada. Antes de morir tuvo tiempo para jugar una partida de tetris, basado en su vida. Unas piezas encajaban, otras no y otras tantas, a medias. Cuando completaba una línea liberaba fórmulas inacabadas al espacio, lo que le hacía perder peso y provocaba sensación de apretón. Murió con 4 kilos y medio menos, pero fue enterrado con 15 de más, porque retuvo un líquido a última hora que pesaba mucho; por él fluían todos los despropósitos acumulados y el acierto de su vida... Para cuando llegó al otro barrio no quedaba nada de él, tan sólo una coma abandonada por aquel punto infantil. No se trataba de empezar de nuevo, porque aquello no era una reencarnación, sino un trasvase unilateral. Una imposición contractual que figuraba en su partida de nacimiento. Su padre, tras unas elecciones perdidas pactó con el opositor a diablo... El resultado estaba ahora por ver. Para empezar l

Las doce y cinco

Su reloj siempre marcaba la misma hora, algo más de las 12:05. Sólo cambiaba el día. Pero no le importaba el día en que vivía, tampoco consultaba la hora en su muñeca; ya lo hacía en las paradas del autobús en el móvil. Para Fermín las cosas venían dadas. Pasaban. No podía parar , volver, pasar página o acelerar el paso del tiempo, con lo cual prefería no contar. Además, siempre fue una sombra a quien la información (como la luz en una cueva) llegaba indirectamente a través las paredes limitadoras en las que debía apoyarse para no caer al suelo. ¿Para qué mirar a los ojos al tiempo interpretado? ¿Por qué aceptar la fragmentación de los tiempos? ¿Por qué hacerse preguntas? No merecía la pena, pensaba.  Una mañana que no quiso levantarse sufrió una caída en cuenta. Del golpe pensó. Y de la idea nació un minuto con deseos de despuntar y no sólo pasar en 60 segundos. Tenía una pregunta en la cabeza: ¿Qué es lo peor que puede pasar? Desconocía la procendencia y no sabía a qué atrib

El autor, algo y la causa

Tenía el proyecto claro, prácticamente cerrado. Pero algo se interpuso entre los archivos que lo custodiaban. Un algo que encontró su razón de ser en esa posición entre argumentos; pura salvación para éste. Daba igual qué contenidos ocupaban los extremos, lo importante para ese algo era el espacio transversal creado por su irrupción. El autor estaba confundido.  No entendía nada ni podía identificar el obstáculo interpuesto. Era lógico. Pura protección porque la última vez que algo (otro) se interpuso en su vida sufrió una parálisis en su mentalidad abierta que le provocó una cerrazón en la entrada y salida del recto (decidido a ser insurrecto). Ahora no tenía conciencia de que hubiera algo en medio de su creatividad, por tanto, si bien es cierto que estaba confuso, al menos no sufría por dentro. Sólo por fuera y parcialmente. Sin embargo, ese algo sí conocía al sujeto creador del ecosistema ocupado (el proyecto), quería cuidarlo por motivos tan lógicos como medioambientales. Por

El suelo discrepante

Era la tercera "o" que hacía con aquel canuto maldito. Tanto tiempo en la sala de espera le dio para pensar y dejar de hacerlo. Lo que no sabía era a qué estaba esperando, hasta que la tercera "o" le dio una pista. Entonces se aferró a ella para no resbalar, tomar carrerilla y despegar. Salió despedido con un contrato firmado por sí mismo bajo el brazo torcido. No quería volver a pararse. Estaba harto de salas huecas y de las esperas sin pistas. Inevitablemente tropezó con el aire y cayó al suelo de siempre. Cuando logró despegar la mejilla del paso de peatones tuvo que cederlo. Como no venía nadie cruzó con los ojos cerrados delante de su propia memoria, pero ésta no le reconoció y llegó al otro lado sin recuerdos molestos. Sólo lo puesto. Pensó en saltar de nuevo y no lo hizo. Siguió andando en dirección discrepante . La memoria abrió los ojos y esta vez sí le vio, pero de refilón. Lo justo para devolverle la imagen que se dejó olvidada de sí mi

100.000 Ideas y una sombra de perfil

Me mandé un mensaje a través de un perfil que no me sigue. Y claro, nunca me llegó aunque me explotara en la cara. Hay cosas que técnicamente no pueden pasar aunque pasen. De hecho pasan de largo, como el mensaje. Entonces, eso sí, pensé que me quedaba en el mismo sitio mientras el mensaje se alejaba. Pero no, seguía en movimiento; más lento, pero sin parar. Me pregunté por qué no me seguía y me respondí de manera poco objetiva cuando me puse de perfil; o sea de su parte. Tendemos a pensar que nuestro perfil es como la sombra. Incondicional por el hecho de partir de nosotros... Pero no, el perfil aprende por lo bajini y el capullo se independiza en parte. Y seguir sus pasos para recuperarlo es (del todo) imposible. Así que mi perfil y yo tenemos un debate eterno.  Los hechos ocurrieron el día que se me cayó una idea a una papelera que contenía material de película. Se fundieron y acabaron en la química de un vídeo que se hizo viral. Llegó a unas 100.000 personas en poco

Sentada al borde del libro

Tenía que subirse a un tren incierto. Debía pensar en las causas de las consecuencias. Hizo la maleta sin pensar en la mochila que llevaba ni en el peso de una vida sin clasificar. Salió disparada hacia el prólogo de una historia por construir . El disparate la llevó a tomar prestado el portaequipajes de otra persona que viajaba en dirección opuesta, sin bultos. Antes había dudado si ejecutar una flexión o una impostura; en una pausa pensó que lo mejor era no parar y demarrar (y derramar) para coronar el prólogo en solitario. Reanudada la marcha reclutó tres ideas y se agarró al texto. Una mañana amaneció sentada al borde de un libro sin tapas . La experiencia le recordó -sobre todo por el olor- a una vieja ocurrencia de su padre, cuando pescaban en una poza sin agua, pero llena de verbos corretones y submarinos. Antes de marcar la página sobre la que se había sentado se sumergió un poco más en aquella ocurrencia y pescó desde aquellos verbos. Uno, el más inquieto, la reconoci

Caídos por la división del guindo

Parcela, Mula, Campos y Herrero son cuatro amigos que lo han dado todo por pisar la tierra que ni plantan en firme. Darlo todo para ellos significa tirarse al vacío desde el guindo. Un guindo que plantó -y planteó- el tío de Parcela en algún lugar centrado en el extremo de sí mismo. Durante la adolescencia se columpiaban cada día y se lo pasaban todo por el forro de las raíces. Antes, en la infancia buscaron un punto de conexión entre los deseos de venganza y el rechazo propio. Hoy, tras entregarse al suelo, desde la altura del mundo adulto, los cuatr o amigos están cimentando sendas vidas (más la común) con pasta rellena de carne de suicidio superado.  El mismo mes antes del suceso Campos tuvo un accidente , Mula vio un túnel con dobles sentidos , Herrero giró los ojos hacia el lado oscuro del párpado y Mula imaginó un mundo sin comas . Entonces llevaban dos años sin verse. Los contextos les llevaron a un espacio común: el aula/bar Poso sin forma . Se bebieron las partituras d

No tienes ni puta idea...

...Pero ni puta ida!  La conversación había decidido hacer una media maratón por su cuenta, de recorrido incierto y meta a lo lejos, pero a la vista. Lo del medio siempre quedaba en un maldito imposible. Como el eterno nudo que precede al desenlace. El resto eran sufrimientos en paradero desconocido y orígenes comunes. Ni puta idea teníamos cuando nos conocimos en aquel rascacielos, donde un diálogo llevó al otro y de ahí a 1044 razones de maneras de enlazar motivos. Sin medir las consecuencias y sin patinar sin patines por el camino de la dulce amargura. Sin redes ni chalecos salvavidas. Matar o morir .  Sobre la mesa, sobre las sábanas, sobre los planes que escribimos y nunca hicimos, sobre la lluvia que no cala, sobre el asfalto de lona circense, sobre un mar que casi no probamos y sobre la idea de probarlo, sobre el sobre que contiene esa carta que nos enviamos sobre el asunto de fondo... Sobre todo, no tienes ni puta idea ... Pero lo sabes de sobra.   Anoche encontré

La sandalia y el paradigma

Quería investigar en un nuevo estado de ánimo, pero no encontraba ni el qué ni el cómo, aunque sabía dónde podría surgir. La noche anterior le dio una pista. Un sueño ajeno que se coló en el suyo. Unas palabras en paradero conocido entraron en el almacén de ausentes perdidos para gritar en tono de susurro: "Ya está, ha ocurrido". Era la misma voz que pisaba tierra firme con sandalias fabricadas con un mapa de color malva y rosa, y vino blanco. Sólo tenía que dar los pasos adecuados para llegar a la ribera que une la emoción con el fondo de las cosas que tienen que pasar. En otras palabras, tenía que empezar, de una vez, por el principio. Nada de finales terminados por un nudo condicionado por las sombras de otras vidas. En ese mismo momento voló hacia el Oeste para recuperar el Norte. No es que lo hubiese perdido; digamos que lo había dejado en depósito , como tantas listas de temas pendientes (del hilo rojo y leal). En la travesía fue abriéndose paso por distintos

The end, fallo de sistema

"Perdida" (Lyon, 2014) Cuando recibieron su mensaje y la foto perdida (como la última llamada) él ya había muerto. Lo dejó todo programado para que todos leyeran sus palabras una vez tomada la decisión de darse de baja de sí mismo. No era un castigo, sino el extraño proyecto de un tipo con fallo de sistema reconocido. Su suicidio ponía la guinda a una vida dedicada a planificarlo con todo detalle, con cuidado, con mimo para que nadie tuviera que hacerse cargo de nada. "Estaba programado para morir en el momento preciso", escribía en sus mails. Nadie le encontró , él mismo se envió por una bandeja de salida especial, empaquetado en frío y conservado en esencia de pensamientos aplazados. Los papeleos, la donación de órganos e ideas (incluidos los sentimientos en depósito) estaban organizados para resolverse matemática y físicamente. 50 años dedicado a... "su obra" sirvieron para que todo saliese según lo planeado. Incluso logró mermar el dolor entr

Nota a cuatro melodías

La historia que viene a continuación no tiene que ver con nada. De hecho, nunca ha ocurrido . De hecho es producto de la imaginación anónima. De hecho, es una anécdota que nunca sucedió entre las 20 horas de un día cercano a las 8 horas de un día cualquiera que se aleja . De hecho, los hechos son parte una idea que nunca se pasó por la cabeza de nadie, sino que se coló en un lapsus ingenuo en mitad de un cruce por azar entre cuatro personas inconexas.  alviento.cuatrovientos.org  Si fuera una película arrancaría con un plano medio de una persona que se acerca al objetivo subjetivo de alguien que observa sin prestar atención a lo que ve. Esa persona es un tipo que va pensando algo mientras vocaliza (no sabemos si verbaliza) lo que parece una canción. Lleva auriculares y varias noches sin dormir. Intenta no pensar más de la cuenta. Intenta distraerse con los recursos que le quedan. Intenta no mirar al punto crítico que le ha torcido parte del gesto y del tobillo intolerante.

Fuera de lugar, en el sitio

El mando de la tele apareció en la nevera ; el cepillo de dientes, entre las novelas negras; las gafas recién estrenadas, junto a la lista de cosas pendientes y hechos favoritos; su sudadera predilecta, encima de la caja de las promesas (que antes albergó unas llaves de una puerta que nunca se abrió); el sapito congelado, cerca de una frase escrita en una entrada de cine; el mando del coche, entre dos discos de los Who; las zapatillas de colores, detrás de los pimientos verdes tatuados; y el último recuerdo, pegado involuntariamente a un bote en blanco lleno de vacío. Es el panorama que se encontró Martín al despertar al día siguiente. El día siguiente de la noche que nunca tuvo lugar. Un escenario que él -sin él, pero con parte de sí mismo- diseñó para darse un golpe con la sorpresa de no entenderse (en parte) del todo. Alucinaba con el descoloque, pero no podía evitar partirse de risa, sin fisuras. No tocó nada. Dejó todo fuera de lugar. Quería disfrutar del fenómeno. No recor

El arte de la boquita cerrada (FIN)

Hay quien se lamenta amargamente de los palos. Esto que suena muy flamenco (por aquello de los lamentos y los palos) es pura obviedad, lo sé. Cómo no te vas a lamentar por un palo recibido. Claro, que hay palos y palos. Está el palo por suspender un examen, el palo de la baraja, la soledad del palo ya sin helado, el palo por una mala conducta, el palo de la vida misma o el palo por abrir demasiado la boca. Y éste es el palo que ocupa su sitio en un extraño capítulo de Periodismo ficción. La crónica que hoy me lleva a escribir desde otro… Palo (permitidme el chiste fácil), es una historia que me ha inspirado un diálogo ajeno en el Metro entre dos amigos. No lo voy a reproducir, extraeré e interpretaré la raíz de su conversación.   El amigo 1, al que llamaremos así, Amigo1 , se lamenta porque se ha pillado por una chica de una manera desorbitada. Apenas la conoce, pero afirma a Amigo2 , que con lo poco que sabe de ella le ha reventado por dentro. Se ríe al mismo tiempo que se

El detalle de los matices tatuados

Collage de Erregalvez.com Se tatuó tres matices pe ndientes entre el brazo y su racionalidad. Lo hizo al atravesar eso que llaman -en los ámbitos de autoayuda- "la zona de confort". No lo tenía claro del todo, pero inyectó una sutil sombra para romper esquemas consigo misma y así decidirse. Dice que en ese espacio entre tejidos epidérmicos (algunos más ásperos) existe un canal de comunicación que necesita contenidos de producción propia. Y más allá de los contenidos ella necesita generar respuestas en ese espacio; respuestas que pasan por los matices pendientes que acaba de dibujarse. Nunca fuera de su piel. Sólo las preguntas vienen del exterior. Lo decidió aquella noche, en un pueblo con mar después de un concierto ; la noche en la que los matices hablaron. La noche en que todos callaron y ella no encalló por culpa del silencio. Ella es un matiz, el pequeño detalle de una familia de 5 hermanos. Su madre lo fue antes, su padre también marcó el camino. El conjun