En la soledad de la blogosfera y ante la ausencia de comentarios (no va por vosotros incondicionales anónimos), uno no puede evitar sentirse algo perdido de vez en cuando. Exactamente como ocurre en la ‘primera vida’ . Decides escribir en tu blog personal lo que te da la gana: versiones de las impresiones que se quedan en la retina a diario; resúmenes encubiertos de horas de diván ; desahogos indirectos que no merece la pena ser convertidos en directos; exabruptos soterrados como ejercicio de reconciliación interna ; historias ficticias que esconden una real; retratos de actitudes ajenas ; comentarios que surgen tras captar una imagen imposible en la calle… y tantos y tantos argumentos . El día a día, el minuto a minuto, segundo a segundo, cabezazo tras cabezazo dan para mucho. Tenía unos minutos para perder y decidí deshojar las rayitas del reloj leyendo posts de aquí y allá. Y de pronto, me encuentro con la columna de la Revista del verano de El País , y en concreto con la de
Por Dani Seseña