Fernando Bellver Todo ocurrió entre prejuicios. Un acento se salió de contexto para ser entrevistado por una mayúscula. Venía de presentar una tesis sobre el derecho a la exclamación. Ella, que formaba parte de un texto lleno de significados, hacía tiempo que no encontraba el suyo. Acento y letra se encontraron sobre el papel. Para un acento sin tilde, una letra mayúscula, no encajaba en la búsqueda exclamativa. Para un tipo como ella, un acento sin tilde resultaba demasiado pretencioso. Sin embargo, tras el tablero de preguntas y respuestas fueron cayendo -por su propio peso- las palabras vacías. Luego entraron en juego las que no hacen falta ser pronunciadas para ser entendidas. Y así poco a poco el blanco de la hoja se llenó de exclamaciones y significados que venían a cuento, con la intención de quedarse. Cuando terminó la entrevista. Letra y acento siguieron sendas sinopsis, con las que partían. Pasaron los días. Algún mes que otro. Alguien, en algún punto deslocalizado,
Por Dani Seseña