Llevo tres días intentando acordarme del nombre de un viejo amigo al que hace más de 20 años que no veo. Todo empezó la otra noche; en mitad de un brindis se coló su recuerdo en el presente a través de una grieta de mi subconsciente. Nunca fue un "mejor amigo", ni siquiera uno de los habituales del "grupo". No, él era uno de esos personajes que ocupan un palco de honor durante una leve (pero intensa) temporada de tu vida.
Nos hicimos muy amigos en aquella época. Por circunstancias los habituales no estaban, tampoco los suyos. Y ambos estábamos saliendo tortuosas relaciones . Con él descubrí tugurios a los que jamás habría entrado si no fuera porque en aquellos días 'todo me daba igual'. La prioridad era 'salir'; salir de ahí, de aquel sitio en el que mi cabeza se había metido y cuyas oscuras arenas movedizas llenaban mis pies de plom o pegajoso. Beber, fumar y hacer del absurdo una ideología completaban el improvisado equipo de salvamento.
En
Por Dani Seseña