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Mostrando entradas de agosto, 2013

El dedo del ojo

 Anda por ahí con un dedo metido en el ojo que no es suyo, sino del otro. Lo lleva como puede, pero dice que lo prefiere a ir con el índice del mismo metido en recto. Y eso que el otro es un tocapelotas. Así que Raimundo camina y tira del lado más positivo de las cosas; porque asume que siempre va a haber una extremidad ajena dispuesta a pinchar donde más duele o molesta. Lo sabe porque durante algún tiempo él mismo ejerció de capullo, antes de que el insomnio terminara por hundirle en una pesadilla de día con final infeliz de noche. A veces, sólo a veces, se pregunta por qué, él es más de cuándo y hasta dónde.  En una ocasión se encontró con un expatriado que le llevó a hacerse preguntas imprudentes y empezó a dudar hasta la extenuación. Entonces designó una de sus dos pupilas, la derecha, como motor selector de respuestas en ojo ajeno. Una pregunta llevó a otra, una respuesta condujo a otras tantas y al final del día terminó con el dedo meñique del expatriado incrustad...

La última cena y el instante secuencia

Acabo de comprar una cámara de fotos que rueda y nada más pagar me he metido dentro de ella. Su mirada no es como siempre he imaginado. Es tan amplia que no hay gran angular que la iguale. Desde su introspección deduzco la mía; desde su vista enfoco mi objetivo, que ya no está en el futuro sino en lo que está, que es primo de lo que viene. Guiño un ojo y escucho su pupila. Dice ésta que aprende gracias a la síntesis que se abrió paso entre lo complejo y la cámara que la amamantó; que no parió. Dice la cámara que está muy lejos de desear atraparme. Sólo quiere retratarme; aunque yo no admita retratos. Dice/ susurra que no hay plano dentro de uno mismo que no proyecte argumento sin frases por hacer, porque las frases se construyen fotografiando el sentido común. Y yo contesto con paciencia -porque no me siento del todo mal dentro de un mundo que siempre percibí a través de proyecciones ajenas- que la fantasía es un lujo en vías de extinción. De hecho recuerdo ahora por qué un ilusi...