La raya, reconocida su cuadrícula, se rebeló por un momento y quiso bebérselo a él, pero Rodrigo sabía defenderse de la absorción ajena. Era un experto en meterse dentro de sí mismo, lo cual le proporcionaba una defensa perfecta contra los ataques de los aliados mejor disfrazados de aliados. Aún así, la geometría de la droga que te engancha al regreso, quiso intentarlo de nuevo, pero Rodrigo ya la había aspirado. Y en sus manos estaba pronunciarla o no, como ocurre con la hache...
Lo importante era salir de ahí, porque la droga era él, y la raya, una línea en la frontera entre él y lo que había hecho de sí mismo. Una división que se esnifa para penetrar en lo más profundo de la mente para no volver a profundizar y aceptar la anexión con el cajón entero adjunto. Tenía que prepararse para lo mejor... Rodrigo salió y entró. Salió para entrar a lo grande y a lo bestia. Con todo. La rampa le esperaba, la percepción de lo que estaba por venir también. Mareado, pero ilusionado por poder soportar su propio peso rompió amarras y partió. Estaba tan preparado (más de lo esperado) que supo disfrutar de la derrota, de la victoria y de la esperanza de volver (o empezar) a estar en paz.
Comentarios
Hay mucho material, muchos hallazgos. Al pobre reportero de ese periodismo 'fricción', de roce fuerte con la vida, entre que entra y sale y avanza y retrocede, aprovecha para profundizar y ordenar para así tener materiales que sacar a flote o 'redesordenar'.
Quizás la existencia se trate de eso...
Copi.