En la Taberna del Tío Fausto quedan cuatro personas que no parecen muy dispuestas a abandonar el local*: un peregrino al borde de los 40 desengañado pide su tercer tinto; tres amigos que renunciaron a seguir al grupo intentan convencerse de que pueden cambiar las cosas; Fausto Cruceta, el encargado y hijo del fundador, lee Los detectives salvajes de Bolaño.
El peregrino desengañado se llama Ernesto y ha tirado de la cadena al mismo tiempo que ha dejado caer la Fe. Ver al Papa pasar de largo a toda velocidad le llevó a descubrir un agujero por el que había perdido el tiempo. Entonces decidió beberse la sangre de Cristo como despedida. Fausto, por favor, lléname la copa. Fausto hace una pausa en su lectura y procede.
Los tres amigos se regocijan en ese deseo típico de septiembre de querer abandonar sus insulsos trabajos para montar algo. Se han bebido 12 cervezas y han comido berberechos con salsa de bohemia más unas aceitunas con mensaje, peso sin moraleja. La idea que nunca llegará a buen puerto consiste en alquilar un local para convertirlo en espacio de discusión pública. La indignación les mueve y piensan que la gente quiere hablar, dialogar, compartir ideas... Ese es su motor; de momento sin gasolina que lo financia. Pero para eso está la Taberna, para creer que hay combustible.
Fausto es tema aparte. Heredó la Taberna y sus pequeñas historias. Y mientras lee a Bolaño, entre puntos y pausas, de vez en cuando piensa en la suya propia. Una reflexión, que tradicionalmente, termina en un plato nuevo en la Carta de la Taberma. Así nacieron los berberechos a la bohemia; o el cabreo de parrochas; o el sargo que nunca rima; o el pulpo de letra...
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*La típica bodega, pero atípica por verse en vías de extinción. Revestida de madera y llena de barriles enormes convertidos en mesas. Sin humo, pero impregnada de bruma humana en cálida penumbra. Con las paredes dominadas por fotografías marineras en blanco y negro y redes de pesca jubiladas. Aroma a melancolía mezclado con vino e ideas vertidas que nunca llegan a buen puerto. Un santuario para coleccionistas de levedad y esperanza ficción.
Comentarios
Huele a vuelta del Norte y a comienzo de temporada. Bienvenido y atento a tus vísceras cerebrales que se avecinan curvas. Seguiremos en tu seguimiento.
Firmado: Tapón
Tapón, el güasap es un paso más, un cambio de rasante en este mundo de comunicación y comunicados, como tú dices, viscerales. ¡Queda!
Zapateta, en esta gran taberna marinera anclada a la montaña, faltaba un brindis, un comentario de tu cosecha. Queda casi completa (y siempre abierta) la ronda... A falta de Grp!
Con comentarios así, de verdad que es un placer sentarse un rato en la barra de Fausto.
Qué bien que vuelvas (ah, pero te has ido?:)) y lo hagas con este espacio sin humo (esto me sigue jodiendo un pelín) pero que cumple con ese 'montar algo', un sitio en el que discutir, reir, pensar y soñar a ratos.