Fue en un pueblo con mar, una noche después de un concierto... Hasta aquí, todo normal. Una historia que surge de una canción. Pol (desarrollador de planteamientos) conoce a Sara (periodista especializada en altas tensiones) en un cruce de miradas ajenas. Pasaban por ahí y el planteamiento de dos personas 'exteriores' generó la tensión suficiente para llevarles a un encuentro de vista y porrazo. Como en un sueño se pusieron a hablar sin prejuicios, como si se conocieran de toda la vida y con la seguridad de que siempre "nos quedará despertar". Mientras tanto, la canción de Sabina continuaba en su propio bucle. Dieron las 10, las 12, la 1... Y Pol y Sara seguían en aquel puesto de horchatas de paso, dentro de la Estación.

Después se despidieron. Igual que la canción, y sin miedo, se dijeron aquello de Ojalá que volvamos a vernos. Así que ese tren tan evidente partió y cada uno se subió al que inicialmente se habían encomendado. Aquel día ella venía y él se iba. O al revés. Nunca se sabe.
Hoy, me cuenta un amigo -que aún no tengo- que hace poco se cruzó la mirada con una chica con ojos intensos, y que además de darse un baño en la atracción del momento observó cómo en mitad de este contexto, una pareja se encontraba después de un tiempo sin verse. Aquello le obligó a hacer un alto en su camino hacia la chica de ojos intensos para seguir observando lo que pasaba en medio de la mirada. Y pasó que se cambiaron las maletas y se subieron juntos a un tren separado... de los demás. Sin duda eran Pol y Sara. Lo dice el planteamiento que viene de un pueblo con mar atado a otro sin puerto... Después de un concierto.
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Foto de Daniel Lasalle (Las pequeñas miradas)
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