Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.
El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa. ¿Qué estaba diciendo, qué estaba pensando? ¿De qué estaba hablando? Alguien sugiere que mida las palabras.
Me pregunto: ¿Cuánto mide una palabra?, ¿cuánto pesa?, ¿qué posibilidades tiene de mediar entre una idea y una ocurrencia?, ¿con cuántas opciones cuenta para contagiar a otras y convertirse en información?, ¿cómo y por dónde empieza a tomar volumen el valor de un contenido pensado? Lo que decía. Perdí el hilo y he terminado en el foso de las palabras caídas por gravedad en red.
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