Finales de julio del 82. Tenía 10 años, una camiseta de Supermán y la convicción de que esta camiseta estaría siempre conmigo. Y yo con ella. Podía sentir trasvase de poderes a través de la piel. Era feliz. Podía con todo. Pero un día en el campamento verano desapareció. Nadie, ni los monitores ni mis amigos sabían nada. Entré en barrena. El cielo se llenó de nubes a pesar de lo despejado que estaba para el resto; el aire pesaba. Empecé a pegarme por cualquier chorrada. El sueño me pesaba y la alegría del lugar me empezó a provocar escozor.
Una tarde se me acercó Julio, el coordinador de monitores para darme una "mala noticia". La camiseta había aparecido. La había encontrado una compañera -omitió su nombre- junto al fregadero. Estaba rota y había sido utilizada como bayeta. La sensación de impotencia y dolor se agrabó cuando en ese mismo momento me picó una avispa...Con los años fui recuperando los poderes. Como el de disparar una foto sin querer para pensar. Hoy intento no volar para no llamar la atención.
Comentarios