Volvía a casa, en modo desescombro propio, cuando a la altura del betún hallé el contenedor de la foto. Entonces empecé a pensar en lo mucho que están cambiado las radiografías de los pisos (y no hablo de los desahuciados). Yo, a pesar de vivir con medio cuerpo en internet, sigo empezando la casa por el tejado y el salón por la tele. No tengo todavía la estructura interna de la generación mutante, la pulgarcita*.
Es cierto que leo más y profundizo menos (menos en lo importante); es cierto que veo más series que cine; es cierto que hace mucho que no me compro un CD; es cierto que veo más marcadores deportivos a tiempo real y/o resultados a través de mi iPhone que los partidos en sí (salvo por Nadal y el reparto de juego de Xabi Alonso, el deporte me empieza a aburrir); es cierto que cada vez me gusta menos ir al cine por que no soporto a la gente que me mastica al lado (que suelen ser los mismos que no saben callarse durante un ratito) y termino minimizando -y ajustando- este arte a las dimensiones de mi tele... Es cierto.
Pero aún ella, la tele, aunque muchos desgraciados la maltratan desde dentro, sigue siendo para mí, el eje del salón (o saloncillo). El contenedor me recuerda a dos conversaciones que me hicieron pensar el otro día. En la primera, Luv Sayal (fundador de iWeekend) me decía: Yo no veo la tele, de hecho no tengo... Poco después, en otro contexto, Álvaro Verdoy (organizador iWeekend Castellón) decía la misma frase: Yo no veo la tele. Entonces me di cuenta de que esa frase, Yo no veo la tele, había dejado de ser símbolo de una postura antisistema televisivo o una pose absurda, para convertirse en una alternativa real a la de empezar el saloncillo por la tele. La mía y la de tantos.
Ahora, recogido el contenedor, me doy cuenta de que 'cambiar de canal' además de ser una acción obligada, es una expresión en extinción. Es lo que tiene el verbo desescombrar.
-------Es cierto que leo más y profundizo menos (menos en lo importante); es cierto que veo más series que cine; es cierto que hace mucho que no me compro un CD; es cierto que veo más marcadores deportivos a tiempo real y/o resultados a través de mi iPhone que los partidos en sí (salvo por Nadal y el reparto de juego de Xabi Alonso, el deporte me empieza a aburrir); es cierto que cada vez me gusta menos ir al cine por que no soporto a la gente que me mastica al lado (que suelen ser los mismos que no saben callarse durante un ratito) y termino minimizando -y ajustando- este arte a las dimensiones de mi tele... Es cierto.
Pero aún ella, la tele, aunque muchos desgraciados la maltratan desde dentro, sigue siendo para mí, el eje del salón (o saloncillo). El contenedor me recuerda a dos conversaciones que me hicieron pensar el otro día. En la primera, Luv Sayal (fundador de iWeekend) me decía: Yo no veo la tele, de hecho no tengo... Poco después, en otro contexto, Álvaro Verdoy (organizador iWeekend Castellón) decía la misma frase: Yo no veo la tele. Entonces me di cuenta de que esa frase, Yo no veo la tele, había dejado de ser símbolo de una postura antisistema televisivo o una pose absurda, para convertirse en una alternativa real a la de empezar el saloncillo por la tele. La mía y la de tantos.
Ahora, recogido el contenedor, me doy cuenta de que 'cambiar de canal' además de ser una acción obligada, es una expresión en extinción. Es lo que tiene el verbo desescombrar.
*A través de Twitter llegué a este interesante artículo de Gabriel Navarro.
Comentarios
Mi madre y sus amigas (que son muy mayores) ven muuuuuucha TV y, mi hija y sus amigos (que son muy jóvenes) también ....
El periodismo, la imagen, la comunicación está cambiando, o más bien mutando .... todo un reto para vuestra imaginación.
Pero un ordenador es también tele y no es ver tele, o ponerse la peli o serie que te gusta en la tele no es ver tele.
Copifate
Me gusta el verbo desescombrar y lo añado al diccionario PF, que me va mucho más que el de la RAE.