Estaba escribiendo el capítulo 107 cuando Ella, la protagonista de mi novela desapareció. No dejó ni rastro. El teclado dejó de responder a su nombre y el disco duro se cerró en banda. La soledad de aquella habitación improvisada me cayó encima, de golpe, y me hizo una brecha estanca. Mi rabia rebotaba contra el insoportable eco de la pared, la noche llegaba a su fin y el día prometía tortura... Venganza. Ella se me escapó de las manos y mi vida empezó a desparramarse detrás... por el alcantarillado.
Retomé el futuro, busqué en el presente y pasé del pasado. Miraba mis manos, empañaba el espejo con la esperanza de encontrar pistas al vapor, buscaba entre los manojos de mensajes acumulados en el teléfono, caminaba por las brasas que en su día asaron los cimientos del cuento en el que me metí por escrito (hasta el cuello). Pero ni rastro de Ella. La novela se llenó de huecos y perdió su sentido. Convertido en nada bajé a esnifarme la calle con la esperanza de llenarme de tierra firme y vomitar vacío, pero los pies no pisaban el suelo, sino barro movedizo.
En mitad de no sé qué, salí a flote practicamente ahogado. Empecé a escribir otro capítulo, respetando el hueco que me había dejado. Asumí el dolor y me propuse vivir con ello sin Ella. Estaba dispuesto a matar por volver a escribirla. Pero ni rastro ni capacidad. Nada de nada. Mis dedos no eran capaces de tocar su nombre y el teclado pasaba de mí. Escribía con dolor y tristeza. Deseaba tanto volver al papel de la obsesión compartida, de la irrealidad tatuada en la suela de los pies, que no podía pensar sino actuar por inercia. Mitad adolescente, porción infante y muy adulto terminé por rendirme a la no certeza y abrazarme desesperadamente a esa duda perenne que golpea con rabia.
Ahora que leo para olvidar y bebo para no escribir; ahora que camino para no mirar atrás y deseo para no desaparecer del todo; ahora que he aprendido a seguir no sé cómo empezó todo. Junté las primeras palabras y surgió el encuentro con Ella, y nunca imaginé un final tan extraño. Un cuento con huecos donde Ella se marcha sobre sus palabras para que yo ponga FIN.
Comentarios
¡guauuuu!¡que bonito!
Evocador (yo una vez tuve una idea, pero se fue con otra),conmovedor. Uno de esos capítulos sobre los que hay que volver y detenerse (también en los huecos).
Regalazo al lector.
..y ese 'esnifarse la calle', que me ha abierto los ojos como platos.