Intenta cada día ponerse de acuerdo consigo mismo; también sin él. Es un juego de escapadas y escapistas. Y él es un mago sin magia en sus manos, pero con ideas claras. Un jinete que cabalga a pie. Se dedica a la gestión de gestos espontáneos en una agencia de puntos sobre las íes. Un trabajo que le obliga a empatizar (o intentarlo) constantemente con las nubes más oscuras que circulan por dentro.
A veces se deshace de un yo y en ocasiones de la segunda persona, pero nunca en plural. Es un tipo muy singular que solo en ese juego de escapadas y escapistas consigue creer que circula magia por sus venas, entonces se saca trucos de una manga ancha que no existe. No tiene público, pero descarga de la nube los aplausos que necesita.
En la tormenta diaria, con las ideas claras, los gestos ajenos (gestionados sin trucos), y con esas íes que quieren conectar con el punto que les falta, trata de construir un escenario donde contarlo. Un contexto en el que desplegar su no magia y sus afirmaciones. Su vida está llena de bambalinas, personajes, historias contadas por contar, principios que no quieren atarse con nudos que condenan a un final.
Pero hoy, apenas hace unos minutos, ha encontrado el trozo de un final que nunca terminó. Estaba escondido en la costura secreta de una chaqueta diseñada sin principios para vestir continuidades. Se la ha puesto y al mirarse en el espejo ha entendido que todo no ha sido un sueño, sino un truco que pasa de magias.
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La imagen corresponde a la Serie Crónica de una carrera de Fernando Bellver - Rembrandt y Murillo, 1987.
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