Ir al contenido principal

"Allá donde el miedo es patológico, la libertad desaparece"

(Entrevista realizada en La Corriente Alterna el 30 de marzo de 2002)

Fernado Savater (San Sebastián, 1947), es catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y doctor Honoris Causa. Compagina la filosofía con el ensayismo y la literatura. Autor de 45 libros, ha intervenido hace unos días en la Fundación Giménez Abad, donde ha hablado sobre el tema `opinión pública y razón pública: la educación cívica´. Asegura “haber tocado el cielo con las manos” tras una carrera -dice- “marcada por la irregularidad y la pereza”. Pero siempre ha sido constante en su conquista de las libertades y derechos humanos. Y no tiene miedo -al menos “patológico”- a seguir luchando, con pensamiento y letra, contra ETA.

Miedo y libertad… ¿son inseparables?

El miedo razonable sirve para orientar la libertad; pero allá donde el miedo se convierte en patológico, por razones objetivas o subjetivas, la libertad desaparece

¿Y odio y Euskadi?

En el País Vasco hay demasiados enfermos de odio: ¡ojalá no nos contagien a los demás!

¿Quién gana en las próximas elecciones?

Esperemos que no sean la pereza y la rutina...

Si se mirase Otegi en el reflejo de un río ¿se ahogaría?

Me temo que corre ese peligro, porque es bastante narcisista

Le llamaron "fascista" y "españolista" aquel 28 de febrero de 2003, en su visita a la Universidad de Barcelona. Ya puestos ¿qué le falta por oír?

A mí a estas alturas ya me han llamado de todo menos "guapo"

¿Alguien que no se esperaba ha leído su último libro?

Me ha sorprendido la buena acogida que ha tenido: ¡cuánta gente quiere saber "intimidades" mías...!

¿Ha cambiado mucho la ética desde que se la empezó a enseñar a Amador?

Cuando escribí ese libro, el ejemplo de gran fútbolista que puse era Butragueño o Maradona y la chica irresistible, Marta Sánchez. Supongo que hay que revisar esos detalles, pero lo demás sigue en pie

¿Cuáles son los rasgos básicos de la libertad?

Realismo, imaginación y voluntad

De conquistarla... ¿es posible ser libre en una sociedad obsesionada por la opresión de un Estado?

A todas las sociedades las oprime bastante su correspondiente Estado. Para aliviar esa opresión se inventó la democracia. En el el País Vasco, oprimidos por el Estado Español se sienten aproximadamente un cuarto de los que se sentirían oprimidos por el Estado Vasco en caso de independencia

¿Qué diferencia hay entre Bush y Otegi... o el lehendakari?

Entre Bush por un lado, y Otegi o el lehendakari por otro, hay una enorme diferencia de poder, es decir, de capacidad de hacer daño a gran escala

¿Vio algún pasaje del paso de Juan Pablo II por Madrid?

Vi unas imágenes de su paso por primera vez en Madrid, hace veinte años y me quedé asombrado: ¡ha envejecido peor que yo! Claro que a él le hicieron un atentado, al pobre

Además, le llamó la atención...

Lo sola que está la gente cuando parece dispuesta a cualquier cosa por pasar un día envuelta en la multitudUna pintada en algún muro de Buenos Aires decía -en referencia a las elecciones- “Si alguien gana, me marcho”...

¿Podríamos leerla en España?

No, yo creo que aquí hay victorias deseables...y otras temibles¿Nos recomiendas un libro? El paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa

¿Alguna sugerencia, consejo, recado a los lectores?

Uno de Stendhal: no desperdicies tu vida en odiar y tener miedo

Comentarios

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co