...Cuando despertó se levantó en una comisaría donde le acusaban de ser un terrorista y de pertenecer a la célula madre. Confundido hizo la llamada de rigor, marcando un número -tirando de subconsciente-. Pero no había nadie al otro lado. Volvió a la celda donde siguieron interrogándole.
Él lo percibía todo con una capa de neblina como filtro ante el exterior. Similar a ese momento en el que el despertador te saca de golpe de una fase profunda del sueño. La diferencia es que este estado empezaba a prolongarse demasiado y su identidad no aparecía por ningún rincón de su cabeza. Mientras tanto los policías seguían friéndole a preguntas sobre su pertenencia a la célula madre.
Se miraba las manos, examinaba con detalle cada pliegue, cada poro; se miró de reojo en un reflejo de la mampara de aquel cuartucho. Esa no es mi cara, pensó. Pero no sé qué cara tengo. De dónde he salido. Y así, palpándose poco a poco iba aumentando su angustia.
El poli bueno trató de hacerle entender que la habían pillado regenerándose en un arsenal de recuerdos. Con buenas palabras le situaba en los hechos. Mucha gente está olvidando por tu culpa. ¿Por qué lo hacéis? Le preguntaba con las cejas en tono de pena. Pero él seguía en el patio interior de un castillo flotante. No se enteraba de nada. Sin embargo le pidió al agente que siguiera contándole la escena.
Cómo puede ser que no me acuerde de nada si usted me acusa de haberme regenerado con los recuerdos robados a cientos de personas. Le preguntó al policía. Porque eso es parte del proceso. Le contestó. Y le contó, empatizando, que cuando se atenta a gran escala contra la memoria ajena, el terrorista tarda un tiempo en recomponerse. Tiene que dar lugar dentro de sí mismo a todos esos elementos de otros. Y ahí estás tú... olvidando cómo recordar para atrapar el olvido de todas esas personas inocentes.
Se hizo el silencio. Volvió a mirarse al espejo, miró al agente, el malo permanecía al margen con cara de haberse olvidado de todo. Entonces empezó a recordar, pensó en la célula e inmediatamente la madre activó su reproducción de ideas, destiladas de los recuerdos robados. Volvió a mirarse al espejo y sonrió.
Comentarios
Estudios externos cuentan que la célula atrae tanto como pesa ese terrorismo interior que todo sujeto tiende a exportar.
Más que un recuerdo, sería un reencuentro. Y por unipetición anónima veo que habrá que darle salida.