El despertador dejó de sonar y Julio entró en coma. ¡Qué punto, pensó! Siempre ha sido de humor fácil. Ayer me escribió -no sé cómo lo hizo- desde su propio Estado (poco dado al intervencionismo emocional). Debió de darse por dentro una expropiación de cosas por decir. El email estaba lleno de silencios tan escandalosos que irritaban los tímpanos mejor acorazados. Reconozco era la palabra más usada, casi tanto cono lamento. Pero también se reconocía detalles que había tenido y que jamás nadie se los había reconocido. Gestos tan eficaces para terceros como invisibles en el retorno propio. Se trataba, en definitiva de un texto que buscaba una reconciliación con la carpeta de Pendientes.
No es la primera vez que recibo un correo enviado desde el subconsciente de otra persona. Pero sí, la primera que me lo manda alguien que está entre la vida y la muerte. O eso dice. No tengo referencias; únicamente lo que me manda desde Estado intervenido desde dentro... Y por supuesto no me pide que intervenga, sólo escribe; purga. Esta noche mi despertador se adelantó a su hora y me pegó un pellizco con nocturnidad y alevosía, pero no entré en coma, pero sí en el cuadro de Julio. Con un machete despejé el camino de tecnicismos médicos y logré llegar hasta su cama, donde postrado me esperaba con una bandeja y dos chuletones, vino francés y tres velas, color republicano.
Cuando desperté, desperté. Me di cuenta de algo que no puedo contar por no ser ficción. Julio murió; estaba cantado... Pero sólo en parte, la intervenida. Me llega un texto más donde asegura que "expropiado" se siente mejor. Tenía tanta confusión encima... que estoy seguro, le aplastó. ¡Y ahora, la verdad, tengo un sueño que me muero!
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