Creían ser gemelas, pero eran hermanas de clausura. Monjas por devoción y huídas a media noche por la calle del medio (no como Lucía y sus botas que tíró por Final con Delirio). No se parecían en nada, de hecho no eran ni opuestas, lo que les habría otorgado al menos la similitud de la diferencia. Sin embargo, no se separaban jamás y cosían argumentos en un mismo telar con el que un día -soñaban- cubriría el hueco que la genética dejó.
Tenían el hábito de refugiarse bajo una misma fe que no les daba para mucho. Algún armañac que otro y unas patatas fritas artesanalmente. Las magdalenas eran para las madres superioras. Había muchas, superioras. Nunca existió una misma madre para las dos. Esa era la ilusión que les alumbraba las noches cerradas; ese lapso que, al dormir separadas, aprovechaban para conectar apetitos y cohesionar confusas infancias. Cantaban al señor con recelo, aunque sabían sonreír para disfrazar el sentimiento. Rezaban por fuera, deseaban otra vida por dentro.
Es la historia de Somalia y Raquel. Siete años después venden mazapanes en verano y sorbete de rosco de vino en invierno. Durante otoño y primavera siguen tejiendo, pero con un hilo conductor fabricado por ellas a base de fusión genética y fisión reflexiva. Compraron (a precio divino) un pequeño local en el centro de Castrunteriza donde viven, duermen separadas, piensan, innovan, cosen y ven películas de los años 80. De la pared principal cuelga un enorme retrato que no retrata nada, pero refleja en 'dos trazos' el perfil de una madre única tejida por las dos.
Este verano, me dicen, van a lanzar un polvorón especial con nombre: SequiDo. Un manjar que además de saber a gloria, transporta a circunstancias anheladas o por anhelar. ¿La fórmula? Una larga receta amasada entre la realidad vivida entre muros y la ficción soñada de párpados para adentro.
Comentarios
Me encanta ese sorbete de rosco de vino, que por el regustillo que me deja en el paladar tiene que estar hecho también con humor y mucha ternura.
Una alegría literaria para este viernes.
Así que, como ves, la cohesión de ocurrencias y comentarios sigue latente y activa. Y claro, de "párpados para adentro" hay todo mundo.
Gracias!