Ir al contenido principal

Ficción, papel y palabras

Es raro, extraño, tangible, real, huele a los libros de texto del colegio... Es absurdo, peleón. Es un libro. Sí, Periodismo ficción, gracias al empeño de Elena P. Jiménez (fundadora de EsferaEd) tiene un brazo de papel con lomo, portada, hojas, índice, capítulos... ¡Código QR! Y no es ficción. El próximo 3 de abril lo presentamos en La Fábrica
 
Esto podría arrancar tipo Breaking Bad, es decir, vemos cuatro planos sobre símbolos y personajes cosechados aquí (pero cuando el blog estaba vacío), y todos ocupando una portada con fondo azul. Después nos preguntamos ¿Qué ha pasado o qué tiene que pasar llegar hasta aquí? Y el único modo de respoder(se) es ir post a post, atando cabos, para tejer la historia de fondo que da forma.

El resultado es este objeto gobernado/custodiado por personajes y contextos que no entienden de lógicas. Personajes preocupados por graduar su vista para entender (de una vez) qué tienen delante, detrás, a los lados y en dimensiones interiores (y/o posteriores). 

 Para los que no estén muy metidos en este mundo extraño de PF, recomiendo leerlo de vez en cuando; abandonarlo en una repisa, sobre una idea fallida o cerca de una duda. Nunca del tirón, porque entonces pueden pasar dos cosas: una que me odiéis u otra, sufrir el efecto de las palabras; que puede ser muy contraproducente a corto/medio/largo plazo según el caso... O no. 

Por lo demás, todo bien. Si sobrevivo al 3 de abril, prometo que Scarlett O'Hara nunca volverá a pasar hambre. Y termino con un GRACIAS a Isabel Molina, prologuista y mujer de ciencia que ha sido fundamental, con sus comentarios inventariados y revestidos por el anonimato, una fuente de inspiración agitadora; y otro GRACIAS a Elena por creer en esta locura y apostar por ella en su aventura editorial.

Comentarios

Entradas populares de este blog

DESASOSIEGO ASPIRADO

No estamos en el Distrito 9 ni ante Terminators ni nada que se le parezca... sí, son aspiradoras. Llevaba con la mía más de 8 años cuando, por un fallo irreparable, me he visto en la obligación de renovar maquinaria absorbente . Así que me he metido en la sección de electrodomésticos de una gran superficie y me he encontrado con esto. ¡Joder, que estas máquinas me están mirando con cara de mala hostia! El mundo de los gadgets ha llegado, para quedarse, al territorio de los electrodomésticos. Impresionante experiencia. Para superar el choque me he ido corriendo al departamento de la tranquilidad , como de costumbre, la charcutería se convierte en mi salvavidas. De vuelta , finalmente me he llevado la más normal. No es ninguna de las que aparecen en imagen. He preferido dejarla reposar en el anonimato... Cuando la he enseñado su nuevo hogar, paradójicamente ha suspirado. Salud!

Twitter y lo que pasa...

Aún recuerdo cuando - allá por 2008 - salíamos a la calle, micro en mano, a preguntar a la gente: ¿Sabes qué es Twitter? Las caras eran un poema y las respuestas , una colección surrealista de posibilidades. Un sujetador, un bar... y sobre todo un "no sé" con risotada adjunta... Ahora, no hay informativo que se resista a su poder, ni país al intento de censura (en vano). Seguramente ésta ha sido una de las semanas más intensas en cuanto a información online al segundo se refiere. A saber, la Ley Sinde y sus movimientos, Álex de la Iglesia y sus acercamientos al 'pueblo de Internet' ; Túnez , Egipto , Jordania y ahora Yemen se remueven por dentro... Los ciudadanos, gracias a las redes sociales entre otras cosas, saben que viven bajo arresto, y no pueden más. Así que empezaremos el programa por nuestro Intérnate de la semana . Es decir, lo más movido de la Red y lo que viene; y en este particular destacamos un documental sobre el periodista 'mágnum' Enrique Me...

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina.