Ir al contenido principal

Vuelta y vuelta por ese sentido

Darío decidió hacerse un filete pensado a la plancha. Se cortó con una copa en estado de reposo y entre dos aguas. Los glóbulos, en un intendo de seguir un orden en su... pulsión, pensaron que lo mejor era lo peor que podía pasarles. Cortó la hemorragia y penó la pérdida de sus pequeños pensantes, expulsados de la circulación. Se hizo la luz (al baño maría), el loco (frente a sí mismo) y el filete (vuelta y vuelta). Por un lado halló un extremo y por otro, un punto medio poco hecho; pero acertado. Un glóbulo rojo que sobrevivió al proceso lo observaba todo. Pensó en no hacerlo, pero tuvo que mirar.

Con una nueva cicatriz, un glóbulo rojo inquieto observando y el hambre de entender el mapa de su propia asincronía, empezó a comer. Antes se sirvió un vino DO. Castrunteriza. Encendió una vela, abrió una caja pendiente. Brindó. Todo estaba en su sitio y el filete en su punto.  

Uno a uno iba digiriendo los motivos que le habían llevado a su tiempo. Los incontrolables y los razonables. Unos sabían a mar, otros a ahumado. Pero todos pasaban, naturalmente, por las vías procedentes. Alguno reclamaba más atención. Por ejemplo, el que hablaba de un tiempo en el que Darío picaba entre horas y caía en su propia trampa; u otro que denunciaba el intento de aniquilación de versiones sobre sus mismos hechos (demasiado crudos)... Y el glóbulo rojo, mientras, permanecía con el gran angular activo, enfocando cada razón de ser, deseando completar su proceso global para hablar. 

Darío no es muy de postres, así que siguió vinificando copas, sin miedo al estallido, a los cortes o al sufrimiento que regala una cicatriz ansiosa por pasar como estética escara. Continuó brindando y sabiendo que en algún momento tendría que interesarse por ese microscópico pensante. Por su parte, el glóbulo, más consciente que Darío de haber sido parte de un 'mismo', se pronunció. Y Darío, preparado por fin, escuchó. Sin reproches, se despidieron. No había ni tiempo ni espacio para decirse todo lo que querían decirse. No hizo falta. Ambos sabían en qué consistían las reglas del momento que bebían. 

Y a pesar de lo imposible del concepto, se dieron un abrazo interior para circular por el sentido elegido, madurado. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Un amigo se compró una corbata que reproducía la pintura de una señora arreglándose ante el espejo se su tocador. Sin embargo, te fijabas bien y la señora, el espejo y toda la escena no era sino una calavera monda y lironda.
Leyendo la historia del glóbulo global observador me ha venido la corbata de mi amigo a la cabeza.
"Se hizo la luz (al baño maría), el loco (frente a sí mismo) y el filete (vuelta y vuelta). Por un lado halló un extremo y por otro, un punto medio poco hecho; pero acertado. Un glóbulo rojo que sobrevivió al proceso lo observaba todo. Pensó en no hacerlo, pero tuvo que mirar."
COPIFATE 70
Dani Seseña ha dicho que…
Una de las cosas (poco hechas o muy hechas) que más me empujan a escribir aquí es saber que estas historias, al leerlas, recuerdan a otras. Se asocian, se contagian y pasan de una corbata a otra o de un espejo a otro (de reflejos inconexos a priori).

¡70 gracias por el comentario, Copifate! Y que cumplas muchos más.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...