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TUEXPERTO.COM: TECNOLOGÍA COMPRENSIBLE


Se hacen llamar TuExperto.com, y hablan de tecnología con un lenguaje... que se entiende. Chema Lapuente y David Readman, ambos periodistas, decidieron hace no más de año y medio -paralelamente a sus dedicaciones profesionales- montar un blog (de actualización diaria) sobre "aparatitos" de última generación. Dicho y hecho, y de la nada ya cuentan con 300.000 visitas al mes, casi nada. ¿El secreto? Parafraseando a Julio Anguita: Trabajo, trabajo, trabajo... Hoy son una auténtica referencia en este campo, junto a Microsiervos, Xataka entre otros. Y ahora, junto a Lucas Laó, un joven redactor sevillano, crecen en su cobertura y nos traen las novedades tecnológicas más apasionantes del momentos. Además, en tuExperto.com publican entrevistas imprescindibles a otros blogueros que no hay que dejar de leer. Pero lo mejor es entrar a diario y navegar por sus páginas. ¿A quién no les interesa los últimos modelos de Nokia, los pendrives más surrealistas, los blogueros más interesantes o los robots más... humanos? En la forma y en el fondo, yo creo que a todos. Y por cierto, Cámara Abierta 2.0 les dedicó un reportaje que no voy a calificar porque no estaría bien... Lo hice yo... Bueno, qué narices, un reportaje que no está mal. Lo dicho: TuExperto.com.


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El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co