...Y él se convirtió en una bola de fuego. Después desapareció, dejando en su lugar una humareda color plomizo y olor a una vida sin combustión. Ella, Daniela, no podía explicarse lo que había ocurrido. Ramiro se había fundido en un imperativo incandescente. Quiso morir, pero no tenía palabras para hacerlo, así que se conformó con buscar sentido a lo sucedido mientras terminaba de respirar el rastro de un Ramiro ya sin rostro.
Un año después Daniela no sale de su asombro ni de su casa. Vive en un combate de lucha libre contra sí misma -cuerpo a cuerpo- con la culpabilidad como agitadora de masas internas. Se pasa el día rastreando sin éxito el mundo en busca de palabras que liquiden su existencia. Está atrapada en aquella explanada desde donde se podía ver el mapa de su ciudad y donde Ramiro se consumió.
Un año antes un Ramiro sin empuje intentaba hallar un argumento que atrajera a Daniela hacia la historia que quería escribir, sin darse cuenta de que aquella era su película y no la de Daniela. Ella, por su parte, estudiaba la fórmula de hacer compatible su energía con la escasez vital de Ramiro; quería convencerle de que no podían convivir en una superficie llena de papeles sin base. La inercia de lo inevitable les arrastraba sin remedio hasta aquella explanada. Ni la película sin guión de Ramiro ni los intentos de Daniela por alumbrar sus callejones oscuros evitaron el desenlace.
Ramiro citó a Daniela en aquella explanada, conocida como El repecho de los Dioses mudos; donde su tio "el equilibrista aprendió de niño a hacer la pata coja", decía Ramiro con orgullo de sobrino. Después de un abrazo y de un enérgico "voy a decirte algo", Ramiro se desinfló antes de argumentar. Se oscureció sin remedio. Pero volvió a intentarlo y logró lanzar personajes al viento, papeles para una vida sin vida... Y como la sombra de nuevo devoraba a Ramiro, Daniela quiso defenderle con un Haz.
Con Ramiro en sus pulmones, Daniela decide terminar la historia. Se sube hasta El repecho de los Dioses mudos para gritar y tratar de esfumarse del argumento. Al no conseguir la combustión... esporádica, salta al vacío y cae sobre una cuerda. Queda tendida, un señor que resulta ser el tío de Ramiro, le pide por favor que le deje seguir su ruta, "¡Ésta es su cuerda, mujer!" Vuelve a saltar y finalmente cae al suelo. Ya en tierra, más calmada, empieza a toser... Un señor antiguo con acento argentino le sugiere que se saque a Ramiro de los bronquios. Ella ríe, pero no puede parar de toser. Finalmente Ramiro es esputado a tierra firme y exclama: "¡Vaya viaje, ahora te entiendo, Daniela! Te toca".
Comentarios
Me encanta esa manera de empezar que te coloca de golpe en esa explanada donde no se puede morir si no tienes palabras.
Sin palabras me quedo, por si acaso :)
Daniela tiene un cuerpo extraño en su interior.
El tiene a Daniela en un cuerpo extraño que no puede capturar.
Por mucho que se escondan las cosas,las pequeñas dentro de las grandes,siempre existe la posibilidad de que se pierdan,pero alguien dentro de alguien no tiene sitio para perderse.josakos.
Voy bien?
Es un comienzo magnífico, bíblico.
tapón
Tapón, ahí está la clave (o el eje) en ese imperativo incandescente que tiende a fundir. Ramiro y sus 'raíces': quedan!