Empezaré por decir que soy un profano en la materia; al flamenco, me refiero. Más allá de Ketama y Camarón (muy por encima) me pierdo. Pero me invitaron al estreno AL NATURAL, musical que los bailaores, Farru, Barullo y José Maya, acaban de estrenar en Madrid dedicado a Sevilla... Y aunque estoy sin palabras –como diría aquel- trataré de transmitir mi visión en éste mi espacio web –como diría el otro-.
No voy a analizar nada desde el punto de vista técnico y formal, principalmente porque, como decía, carezco de formación. Pero apelaré a la sensibilidad que pueda poseer para... arrancarme por el palo emocional. Resumiendo: la obra se inicia espectacular y termina en una explosión. Miles de matices emocionales te impregnan. El sonido, la escenografía son los acompañantes básicos de un musical que huye del exceso ornamental.
No voy a analizar nada desde el punto de vista técnico y formal, principalmente porque, como decía, carezco de formación. Pero apelaré a la sensibilidad que pueda poseer para... arrancarme por el palo emocional. Resumiendo: la obra se inicia espectacular y termina en una explosión. Miles de matices emocionales te impregnan. El sonido, la escenografía son los acompañantes básicos de un musical que huye del exceso ornamental.
Se levanta el telón y nos encontramos con una escena típica flamenca. Una fila de señores vestidos de negro y tres señoras en el extremo izquierdo, todos dando palmas y jaleando a los protagonistas: los bailaores. Los pelos como escarpias, la piel de gallina. De la penumbra surgen y comienzan a taconear, a moverse, a deslizarse... a torear. Juegan con la música. Cantaores, músicos y bailaores se pasan –como si de una sesión de taichi se tratase- la onda, la energía, la emoción. Después explota en el patio de butacas. No decae, por el contrario crece a cada minuto. Cada uno de ellos tiene su sello. Barullo es el más joven, el aprendiz con talento (mucho talento); José Maya es la potencia, la energíal, la explosión; y Farru es la elegancia. Todos tenemos algo de cada uno (aplíquese al campo personal que cada uno quiera). Y juntos te manejan y te acompañan por su obra y te invitan a conectar con los sentimientos. En mi caso, atravesé varias fases. Conecté con el verano y el universo almeriense de Cabo de Gata; también con la infancia; y por supuesto con la libertad que da ser adulto y disfrutar del verbo elegir. En resumen con lo mejor que uno puede llevar dentro. Lo peor también tiene su espacio (fuera del patio de butacas, por supuesto), por ejemplo sale en dosis viendo telebasura a diario. Pero es necesario purgar para sentir lo cálido y placentero de nuestro interior. Vamos, creo yo.
El momento culminante... A mi juicio, tiene varios actos. Uno de ellos es cuando José Maya saca a primer plano a La Mari (cantaora) para que le jalee mientras baila. Después, el ‘pique’ entre los guitarristas y cómo no, los tres danzando al mismo tiempo. Pura belleza y fuerza.
El otro día se me quedó en la mente un término mientras escuchaba un anuncio en radio: radicales libres. Después se me olvidó. Durante el espectáculo me volvió. La realidad es que son átomos que tienen un electrón desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos... Pero los radicales libres ya tienen otro inquilino conceptual: Farru, Barullo y Jose. Son radicales porque emocionan desde la raíz; libres porque provocan que te olvides, por un momento de límites absurdos, y como consecuencia puedas saborear las emociones más íntimas. Por todo ello, sencillamente: gracias.
El momento culminante... A mi juicio, tiene varios actos. Uno de ellos es cuando José Maya saca a primer plano a La Mari (cantaora) para que le jalee mientras baila. Después, el ‘pique’ entre los guitarristas y cómo no, los tres danzando al mismo tiempo. Pura belleza y fuerza.
El otro día se me quedó en la mente un término mientras escuchaba un anuncio en radio: radicales libres. Después se me olvidó. Durante el espectáculo me volvió. La realidad es que son átomos que tienen un electrón desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos... Pero los radicales libres ya tienen otro inquilino conceptual: Farru, Barullo y Jose. Son radicales porque emocionan desde la raíz; libres porque provocan que te olvides, por un momento de límites absurdos, y como consecuencia puedas saborear las emociones más íntimas. Por todo ello, sencillamente: gracias.
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