Ir al contenido principal

Dale una vuelta

M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)
Por Elías Noger

Me acaban de contratar en una empresa creativa. Sí, una de esas que están gobernadas por auténticos mediocres capaces de pasar por alquimistas, gracias a la habilidad de convertir una saco de tópicos en frases seductoras en 'modo twitter' e irrefutables cuando se pronuncian en conferencias, por ejemplo, sobre innovación. Pero el trabajo sucio, la pica y la piedra, las hostias y demás, caen sobre gente devoradorora de cabeza propia y Lexatín como yo. Porque para eso me han contratado y el eje o la premisa de mi fichaje se resume en una frase: Dale una vuelta al tema.

"¡Elías, dale una pensada a esto y luego nos reunimos!". Darle una pensada -otra versión de la puta frase- significa que coja la propuesta del cliente iluminado de turno y la transforme en una moto imposible de circular, pero que resulte  irrenunciable para el que paga. Me pagan una pasta, no me quejo, pero a cambio, además de mi alma -esta la regalé en la primera entrevista- he de pensar por los mediocres y renunciar a mi visibilidad como hacedor de belleza publicitaria. Y hacerlo sin descanso. No firmo ni apareco como creador de nada.  ¡Qué es eso! Tengo 51 años y mis jefes no llegan juntos ni a los 45; mastican chicle todo el tiempo y apestan a superficialidad, se les ve el plumero y éste no es de los que atrapan el polvo sino de los que vampirizan a los esclavos como yo a golpe de dar vueltas a las cosas. 

Yo nací girado y el médico me puso de vuelta y media. No sé si desde entonces, pero casi desde ese momento me convertí en un ser que no para de dar vueltas a las cosas. Hasta a las más insignificantes; no por intentar significarlas, sino porque soy un enfermo de las asociaciones... y claro, una cosa lleva a la otra y al final, la cosa más insignificante del mundo tiene un socio que se significa en mi cabeza, después llega la traca final, que es el momento en el que el sentido de eso que me lleva comiendo la cabeza desde un momento dado, se materializa. Ahí es cuando descanso. Dura poco, porque empalmo vueltas con vueltas. 

Y ellos, los dueños de mi empresa. Esos que hablan de ecosistemas de innovación, de feedbacks, de sinergias, de complementos, de creatividad (con la boca y el pecho llenos) o de yo qué sé cuántos tópicos más de esos que se llevan tanto ahora... Los cabrones saben detectar a los volteadores de ideas (por defecto de fábrica) como yo. Buscan nuestro punto débil y muerden. Y desde ese instante estamos perdidos. Su veneno se aferra a mi sangre y las asociaciones corren contundentes por mis venas. Eso sí, con la diferencia de que ya no le doy la vuelta a mis cosas (que me las han robado) sino a las que me traen estos especuladores del cliché. 

Miro por la ventana de mi despacho de pensar, pongo el oído y veo que en una sala del edificio de enfrente (que no pertenece a mi empresa ni a otra que se dedique a esto...) se celebra una reunión donde están creándome. Hablan de mí... ¡¡¡Pero yo ya existo!!! ¡¡¡Cómo puede ser!!! ¡¡¡Están diseñándome!!! Esa es mi cara, mi voz, mis ideas sueltas, aquel recuerdo, la patada de mi colega El Zarpas, mi sonrisa sobre el váter, mi vida... 

¡Hasta siempre, me doy la vuelta!


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
he llegado a este despacho de pensar, que comparte algo con ese rincón de pensar de antes en el que era imposible hacerlo porque las formas del gotelé te atrapaban sin remedio..Pero sin problema, yo me centro y le doy una vuelta al tema... eso sí, voluntaria y disfrutando, masticando mi ficción preferida y haciendo mis propias asociaciones que probablemente acaben pareciéndose en su surrealismo a las del gotelé.
Dani Seseña ha dicho que…
Ay, el gotelé! Cuántas historias me ha sugerido. Gracias anónim@, por recordarme todos esos momentos que dediqué a observalas, a desarrollarlas y a construirlas mientras perdía el tiempo. Un buen rincón éste, rodeado de comentarios gratificantes, y de formas en busca de fondos en los que descansar por fin... Siempre emparedadas.
Anónimo ha dicho que…
No si es tarde ya o aùn estamos a tiempo, pero no puedo dejar de dar una vuelta a esta entrada tan inquietante. El comentario anónimo que me precede es magnífico lo que cierra el círculo de este medio casi clandestino e íntimo, abierto, no obstante, a todos. La entrada de hoy es como la flecha que inauguró la Olimpiada de Barcelona. Prende...
Anónimo 2

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...