Ir al contenido principal

HETERODOXO OCTOGENARIO FLECHA

El viejo Paco sale sosegado a la calle con sus dos mastines: Pío y Losi. Sosegado porque han bajado las temperaturas; y Pío y Losi por rendir culto a sus fabuladores favoritos. Ambos visten con arnés rojigualdo y él, el viejo Paco, con el atuendo de un Flecha (familiarmente falangista)... poco habitual. Es su costumbre pasear por el barrio, comprar pan de maíz y sentarse en el banco con sus dos criaturas para cantarles la canción del flecha:

¡En pie, flechas de España!
Falange es victoriosa.
Dame el fusil pequeño,
que suena ya una clara voz:

Para que yo creciera
sobre una Patria hermosa,
mis hermanos mayores
cayeron cara al sol.

Un día dejaremos
los viejos camaradas;
escuelas y talleres
e iremos todos a formar
en un soto florido,
al pie de las espadas
porque la Patria joven
ha amanecido ya.

Los canes aúllan en los silencios y ladran al final del ruido. Después, el viejo Paco les premia con una galleta. Sosegado y realizado, el viejo Paco vuelve a su casa, que cariñosamente llama madriguera. Con los últimos rayos de sol enseña a sus mascotas a jugar al Backgammon en las escaleras de la iglesia Ortodoxa.

Y ya por la noche llega la jornada de lectura sin cena. Ahora está revisando uno de sus libros favoritos: Así quiero ser. Es el viejo Paco, un tipo que forma parte del paisaje urbanístico de mi barrio, y es homosexual. Fede, su ex, fue quien le enseñó a jugar al Backgammon; murió hace dos años. Y ahora el viejo Paco sigue tratando de superar su muerte e intentando ser un flecha octogenario heterodoxo ejemplar. Es el viejo Paco.

Comentarios

Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Pero que no maltrate así a los pobres perros homabre

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...