Ir al contenido principal

MISTERIO ENTRE MUROS

Estaba a punto de suicidarse cuando, transformado en cara de Bélmez, se le apareció en mitad de la pared su amigo Sastrillo. ¡Joder, Tono, qué haces! Le gritó. Y Tono del susto soltó el cuchillo con el que se iba a practicar un harakiri doméstico.

Estuvieron charlando un buen rato. Sastrillo detectó una alteración en la Fuerza desde su Tokio natal, y a través de una tecnología que ha inventado recientemente, pudo acudir, cual holograma de cal, en ayuda de su desesperado amigo Tono.

Tono lleva 3 años sufriendo una humedad en la pared de su piso que no desaparece, y cuando lo hace, reaparece en otro muro. Lo ha probado todo: Exorcistas, fontaneros, zahoríes, kioskeros en paro, chapucillas rumanoides, intelectuales sin gente con la que hablar, albañiles, gaiteros, ilusos, personajes que sólo piensa en competir... y nada. Nadie ha dado con la fuente de la desdicha.

Pero Sastrillo y su visión global de todo, ha dado con la solución. Deja la humedad y gira la cámara de vídeo nocturna hacia ti. Le dijo en tono dogmático. Tono, obediente, captó la metáfora y compró una cámara con la que empezó a grabarse a sí mismo mientras dormía; ignorando la humedad exterior de la pared interior.

Tras unas cuantas grabaciones, siguiendo las instrucciones de Sastrillo, decidió ver los vídeos. En el resultado encontró el origen del problema y la solución. ¡Por fin! La sorpresa fue mayúscula: resulta que algo le hace llorar desconsoladamente cada noche. Las lágrimas, como un torrente inacabable, se van filtrando por las paredes... Y así durante 3 años.

De momento ha decidido, como medida cautelar, reconducir sus lágrimas nocturnas. Después, me cuenta Sastrillo, se va a hacer mirar el otro origen, el de su llanto sonámbulo.

Comentarios

Juana ha dicho que…
El origen del llanto sonánbulo .... buen título para una novela .... continuará.
Silvia MV. ha dicho que…
¿Se puede soñar y llorar de verdad?
Anónimo ha dicho que…
Me acaba de ocurrir algo con el comentario más misterioso que lo de Bélmez, pero vaya, aquí va un segundo intento: decía (ahora me parece que me repito)que me he despistado con las carcajadas por ese intelectual que no tiene con quién hablar y he acabado empapada por ese tierno torrente inacabable. Es lo que tiene perderse entre muros, que te acabas mojando.

Qué bueno.
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Si es que mira que es difícil enfrentarse con uno mismo. En casa de mis padres ( progenitores que suena mas progre últimamente) hay una humedad de esas, habrá que ver quien de todos los que hay en casa tiene un berrinche noctámbulo intermitente

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...