Señor, señor, que se le ha caído un papel al suelo. Tranquilo, hijo, era secundario. Ya, señor, pero ahí no pinta nada y además seguramente lo pise. Por mí no hay problema, seguro que está mejor en una esquina o pegado a la suela del zapato de otro desgraciado. Se equivoca señor, mire para allá, ¿los ve? todo ese montón de mugre son viejos papeles amontonados que ya no tienen ni forma. No tengo fleixibilidad para recogerlo, hijo. Yo le ayudo.
En el cruce de la Calle Teniente Sanz de Frenillo con Demagogia Virulenta, a unos 20 metros de esta escena, dos personas discuten sobre un asunto ajeno, pero en el que se han visto involucrados sin querer. El causante huye sin que nadie sepa que lo es. Un ausente profesional se persona en el lugar de los hechos, pero no toma partido de forma presencial; pero nada más. Y tras un punto y coma camuflado entre epítetos que no se definen entre sí, aparece un político sin partido. Mientras tanto, el niño y el viejo actor que perdió los papeles siguen definiendo.
En el cruce de la Calle Teniente Sanz de Frenillo con Demagogia Virulenta, a unos 20 metros de esta escena, dos personas discuten sobre un asunto ajeno, pero en el que se han visto involucrados sin querer. El causante huye sin que nadie sepa que lo es. Un ausente profesional se persona en el lugar de los hechos, pero no toma partido de forma presencial; pero nada más. Y tras un punto y coma camuflado entre epítetos que no se definen entre sí, aparece un político sin partido. Mientras tanto, el niño y el viejo actor que perdió los papeles siguen definiendo.
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