8:00 AM
Mira, esa cara tenías cuando en este lugar me jodiste la vida. No fue mi intención, lo sabes. Tarde, tarde, tarde, me amargaste para siempre. Lo siento. Vete al infierno. Lo haré. Ya estás tardando...
10:45 AM.
Aquí, ¿te acuerdas? Fue aquí donde lo hicimos por primera vez. Estaba borracha. Ya, me vomitaste encima al final. Lo siento. No pasa nada, aquí estamos.
12:25 AM.
No sé si eres consciente, pero cuando decidiste seguir por tu cuenta, yo estaba aquí tirada con el mundo encima y asumiendo la muerte de mi tía; Aquí, en este mismo banco. Y fíjate, aquí me tienes, sin embargo, volviendo sin esa cuenta de independencia.
Hacía mucho que no decía nada sobre el Banco 54. Pero eso no significa que no hayan pasado cosas sobre él o a su alrededor. Ahí os dejo estos tres titulares que albergan historias muy diferentes, pero todas con mismo nexo. Y una más que desarrollaré más tarde, en cuanto pueda sentarme un rato tranquilo sobre mi propio banco. Ésta nada tiene que ver con las pinceladas planetadas más arriba.
...Un hombre de 40 años habla por teléfono. No le veo la cara, con una mano sostiene el Iphone y con la otra sujeta su pelo en lo alto de la cabeza. Como si fuera a peinarse, pero sin terminar el recorrido. Habla con alguien al que le está dando muchas explicaciones. Resulta que le han descubierto haciendo algo en un vídeo, colgado por un tercero en internet. Él explica lo que ha pasado, pero el o la que está al otro lado no parece creer nada de su argumento...
...Se levanta, se desespera, no se quita la mano de la cabeza. Ni la angustia que parece estar pasando. Se sienta de nuevo. Cuelga el teléfono e inmediatamente deja caer su pelo al ritmo de la gravedad. Se dirige a su Iphone y ve el vídeo famoso. ¡Pero si no soy yo! Grita. ¡Ese no soy yo! ¡Éste soy yo! Grita y se golpea con el dedo índice en el pecho. Finalmente, sin percatarse de que alguien (yo) toma nota de lo que ocurre, se levanta y se va.
Digo que desarrollaré esta historia, porque no termina aquí. Lo que os cuento, os lo cuento porque lo vi en vivo, sin embargo hace un rato he podido ver la misma secuencia (plano general) grabada por otro/a... en un vídeo subido a Internet. Y de fondo, sin que aparezca en escena, una voz dice. Mira mira, ahí fue donde nos conocimos ¡Es el mismo banco!
Mira, esa cara tenías cuando en este lugar me jodiste la vida. No fue mi intención, lo sabes. Tarde, tarde, tarde, me amargaste para siempre. Lo siento. Vete al infierno. Lo haré. Ya estás tardando...
10:45 AM.
Aquí, ¿te acuerdas? Fue aquí donde lo hicimos por primera vez. Estaba borracha. Ya, me vomitaste encima al final. Lo siento. No pasa nada, aquí estamos.
12:25 AM.
No sé si eres consciente, pero cuando decidiste seguir por tu cuenta, yo estaba aquí tirada con el mundo encima y asumiendo la muerte de mi tía; Aquí, en este mismo banco. Y fíjate, aquí me tienes, sin embargo, volviendo sin esa cuenta de independencia.
Hacía mucho que no decía nada sobre el Banco 54. Pero eso no significa que no hayan pasado cosas sobre él o a su alrededor. Ahí os dejo estos tres titulares que albergan historias muy diferentes, pero todas con mismo nexo. Y una más que desarrollaré más tarde, en cuanto pueda sentarme un rato tranquilo sobre mi propio banco. Ésta nada tiene que ver con las pinceladas planetadas más arriba.
...Un hombre de 40 años habla por teléfono. No le veo la cara, con una mano sostiene el Iphone y con la otra sujeta su pelo en lo alto de la cabeza. Como si fuera a peinarse, pero sin terminar el recorrido. Habla con alguien al que le está dando muchas explicaciones. Resulta que le han descubierto haciendo algo en un vídeo, colgado por un tercero en internet. Él explica lo que ha pasado, pero el o la que está al otro lado no parece creer nada de su argumento...
...Se levanta, se desespera, no se quita la mano de la cabeza. Ni la angustia que parece estar pasando. Se sienta de nuevo. Cuelga el teléfono e inmediatamente deja caer su pelo al ritmo de la gravedad. Se dirige a su Iphone y ve el vídeo famoso. ¡Pero si no soy yo! Grita. ¡Ese no soy yo! ¡Éste soy yo! Grita y se golpea con el dedo índice en el pecho. Finalmente, sin percatarse de que alguien (yo) toma nota de lo que ocurre, se levanta y se va.
Digo que desarrollaré esta historia, porque no termina aquí. Lo que os cuento, os lo cuento porque lo vi en vivo, sin embargo hace un rato he podido ver la misma secuencia (plano general) grabada por otro/a... en un vídeo subido a Internet. Y de fondo, sin que aparezca en escena, una voz dice. Mira mira, ahí fue donde nos conocimos ¡Es el mismo banco!
Comentarios
O, como diría Sabina: Al lugar donde has sido feliz (vale también infeliz) no debieras tratar de volver.
Será por eso que dicen que el mundo es un pañuelo. Si intentamos no repetir los itios donde hemos sido felices y lo contrario, el mundo se achica. Y también si no nos movemos del sitio.
Releo lo escrito y me digo, en fin, esto es lo que tiene estar en mi pequeño lugar (el balcón) escribiendo lo primero que me sugiere tu muy sugerente entrada de hoy.
Abrazo grande, Estimado.
Y yo siempre quiero volver al banco 54 para quedarme con esas imágenes que te hacen pensar que estás en el banco 55 viviéndolo tú.
Tapón