En la Plaza de la Pubertad Sara y Rosalía discuten sobre "lo mal que está la cosa". Rosalía, más optimista, tiene esperanza en que "la cosa vaya a mejor"; por el contrario Sara se teme que España no tiene salvación. En el extremo un grupo de candidatos a la adolescencia hablan e intercambian mensajes cortos; Lorena le manda uno privado a Fernan y al mismo tiempo comparten las experiencias de verano y ponen a caldo a los "chungos de sus padres".
Manolo Queipo sacude una alfonbrilla de bienvenida cerca de la esquina con la calle Tempestad, mira la tienda de Don Jorge, de chatarra (llena de antigüedades al peso), y se siente impotente al comprobar cómo su ex mujer se ha deshecho de los marcos barrocos que durante una vida envolvieron sus motivos de caza. A pocos metros Martín Pescador acude a la farmacia para intentarlo de nuevo; esta vez probará con el pitillo electrónico en detrimento del mentolado.
Nerea y Agustín guardan cola para intentar hacerse con el nuevo móvil; es la excusa consensuada para hacer un plan más allá de las tardes y seminoches "sin chicha" rodeadas de malas lenguas; como pueden se meten mano para sacar sus mejores deseos.
Y por lo demás... Choni abre su franquicia de perlas de plástico, David se sienta en el Banco 54 a leer poesía gótica a cambio de unos euros, Raimundo sigue intentando afinar su guitarra desatinada, Matías compra el periódico en busca de un coleccionable incoleccionable y Doña Paula, a sus 98 se decide a retomar, y se mete en el metro.
Manolo Queipo sacude una alfonbrilla de bienvenida cerca de la esquina con la calle Tempestad, mira la tienda de Don Jorge, de chatarra (llena de antigüedades al peso), y se siente impotente al comprobar cómo su ex mujer se ha deshecho de los marcos barrocos que durante una vida envolvieron sus motivos de caza. A pocos metros Martín Pescador acude a la farmacia para intentarlo de nuevo; esta vez probará con el pitillo electrónico en detrimento del mentolado.
Nerea y Agustín guardan cola para intentar hacerse con el nuevo móvil; es la excusa consensuada para hacer un plan más allá de las tardes y seminoches "sin chicha" rodeadas de malas lenguas; como pueden se meten mano para sacar sus mejores deseos.
Y por lo demás... Choni abre su franquicia de perlas de plástico, David se sienta en el Banco 54 a leer poesía gótica a cambio de unos euros, Raimundo sigue intentando afinar su guitarra desatinada, Matías compra el periódico en busca de un coleccionable incoleccionable y Doña Paula, a sus 98 se decide a retomar, y se mete en el metro.
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