
De pronto, la pelota se mojó tras caer en sobre un limonero recién regado. La pequeña y sonriente sobrina la recogió y se puso a trazar una línea en suelo... Luego cruzó la línea con una curva, la adornó con unos ojos; cuando la raya inicial se secó, dibujó una especie de círculo, no cerrado sino con pequeñas aberturas. Volvió a mojar la pelota para seguir pintando con agua. Se tronchaba de risa mientras jugaba con la pelota a ser pintora.
Los mayores del lugar la miraban y contagiados por ella, se partían. La terraza mide unos 50 metros. Un mural prácticamente ilimitado para un ser que apenas llega al metro de altura. Me temo que Pucho y Lucía, los vecinos van a tener que ceder terreno a la creatividad, mientras dure. Ellos encantados. Paquito no tiene terraza, su hermano tampoco, pero están dispuestos a mojarse y potenciar esta interesante salida de la pequeña.
Me cuenta además que el otro día la descubrieron pintando sola, sin padres ni madres alrededor. Mientras dibujaba en un folio DIN A4 iba narrando a las figuras que surgían sobre el blanco todo lo que había hecho durante el día. Mi amigo no es objetivo, se le cae la baba con su sobrina, pero yo que sí lo soy (objetivo) y aseguro que cada día admiro más a los hijos que dejan de serlo para bajar del limonero, mojarse y convertirse en padres que pintan.
*La imagen es parte de la Obra de Roberto Juárez
Comentarios
Bajemos del limonero!
Sigue así, la vida no es para truños que ni entienden, ni ven, ni disfrutan, ni padecen, ni nada. Felices sueños, mi niño. "zzzzzzzzzzzzz"
Y a ti Daniel Seseña gracias por tus cuentos. A este le llamaría: El -leon or-gulloso.
Hache, gracias una vez más por leerme y encima comentar. Te aseguro que la historia real, no la que escribo (una versión) es más entrañable aún. Y la hija de mi amigo es una artista potencial. Créeme. Un saludo.
Anónimo2: No sé si no disfruta ni padece, pero me parece muy inteligente y no menos creativa tu respuesta. Te digo lo mismo, de verdad, gracias por comentar y leer lo que escribo.
¡Salud!