Ir al contenido principal

EN SUSPENSIÓN

¿Dime qué sabes hacer bien? Aquella pregunta le destrozó y destronó para siempre. Le destrozó porque el ejercicio de aislar o inventariar atributos propios le demostró que no tenía; y le destronó porque hasta escuchar esa pregunta, él reinaba sin cuestionarse qué y por qué. A continuación cayó en un pozo del que no supo salir. Aun así intentó responder.

Pues muy fácil, sé hacer... sé hacer... sé hacer. No hubo respuesta exterior. Pero por dentro retumbaban mil voces. Miles de respuestas como golpes de bate sobre cabeza espesa. Unas irónicas como la que dijo Sabes hacer muy bien el avestruz. Otras directas como ¡Se te da muy bien ser un cabrón! Algunas cínicas... ¡No te castigues, no es culpa tuya! Malvadas como No sabes hacer nada, eres auténtica escoria.

...Y una más, una voz serena, que parecía venir de otra persona. Sabes hacer bien las cosas que no sabes hacer. Oculta entre el griterío hostil, fue el empujón definitivo hacia el pozo. Hoy lunes 4 de octubre cumple 12 años de caída al vacío. Y ahí sigue, en suspensión con la mente en blanco, sin poder agarrarse a una mísera maroma.

Comentarios

grp ha dicho que…
Me siento tan identificada con esos “golpes sobre cabeza espesa”..

Toda la vida haciendo las cosas medio bien, siempre a medio camino, y oyendo esa voz que dice que eso no es suficiente. Me he hecho la pregunta del post, y cuando iba a responderme creyendo que en eso sí soy buena, me he dado cuenta de que la respuesta está en una carpeta que se llama A MEDIAS. Pues eso.
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
La duda que me queda es si era un tipo acomplejado que la pregunta inadecuada empujó al abismo al romper su carcasa de suficiencia fingida o un capullo al que se le vio el plumero.
Juana ha dicho que…
Pues entre la caida al vacio, la mente en blanco y la fotografía, que pensaba que era de una colonoscopia, me he quedado .... mejor no lo digo.
Dani Seseña ha dicho que…
Reconozco que este post no me gusta. No me convence. ¿Por qué? Cuando lo terminé me di cuenta de que me había equivocado en el pregunta. Pero ya era tarde. La pregunta correcta creo que sería ¿Qué sabes hacer? Y a partir de ahí arranca la debacle.

A ver si me arranco y lo reinicio para mañana. ¿Cómo lo veis?
isa ha dicho que…
A mi sí me gusta el post, me parecía muy sugerente ese 'bien' final, pero sin duda será más fácil responder a esa segunda pregunta.

Yo te animo, saldrá algo interesante seguro, se te da bien.
Dani Seseña ha dicho que…
Ya sabes que la clave es inventariar y no morir en el intento.
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Bueno, tu crónica ficticia está repleta de personajes que se reinventan a si mismos, ¿porque no reinventar tu invención? Además precisamente a ti maestro, te queda ni que pintado tener una versión 2.0 de un relato :-)
Juana ha dicho que…
Pues a mi me ha resultado de lo más sugerente, es que, como bien dice CYBRGHOST, los personajes se reinventan, bueno no solo los personajes, los propios "paisajes" se abren y se cierran, vienen y van sin que siquiera sepas dónde ni para qué .... como la propia Vida.
Dani Seseña ha dicho que…
Bueno, pues vamos pa'ya!
Dani Seseña ha dicho que…
El resultado se titula Deshechos y lleva un post adjunto llamado Campanas y Golem (otra historia dentro de la misma que arrancó en Suspensión). Ya me diréis. Gracias Isa, Cybr y Juana! http://www.periodismoficcion.com/2010/10/deshechos.html

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co