Ir al contenido principal

DÓNDE ESTÁ EL ERROR

Vengo de Málaga (de recoger un premio para Cámara Abierta 2.0), pero no he tenido noticias ni de Malagón ni de Guatepeor. Y eso que una señora que no conocía de nada me lo advirtió. Fue en el AVE de ida, llegando a Puertollano; compartíamos línea de asientos y le había cedido mi ventana. Unas gaitas endiabladas sonaban (creo que por error) por el hilo musical. Se gira, pone su huesuda mano sobre la mía y me suelta: "Tú lo sabes, saldrás para meterte en Malagón, es un error". Y a pesar de que las gaitas se rayaron, ella siguió.

"Te vi una vez de cría, estaba soñando, pero eras tú. Te he reconocido en cuanto te vi cruzar el coche 8. En el sueño me decías que antes de recoger el premio te advirtiera de la existencia de un error. Así que te hago caso 30 años después. Después se bajó en Puertollano. Tengo que hablar con Paquirri", me dice; después se besa un dedo y me lo pega en la frente. Sigo sin noticias de Malagón ni de Guatepeor, pero me pega la sensación de error.

Mientras veo pasar como un cuadro impresionista el expresivo paisaje, me doy cuenta de que llevo casi 40 años con la sensación de estar en un perenne error. Pero esta señora me ha dado la llave para abrir la puerta, ventilar y dejar salir las partículas elementales de ese error atrapado en su cobarde intención de acertar siempre. "...El AVE, qué rápido y suave ¡Ya estoy en Madrid!" (Javier Krahe).

Comentarios

grp ha dicho que…
Ventila, ventila!... pero sin pasarte, no vayan a escaparse también por la ventanilla esos momentos geniales que abrazan la sinrazón. No nos volvamos demasiado correctos, por favor :)
Juana ha dicho que…
Creo que debería viajar en el AVE, te pasan muchas cosas .... puedes encontrar una señora rápida y suave que te ventila con intención .... ¡que curioso!
Anónimo ha dicho que…
No se qué parte es ficción y cual es una realidad disfrazada de metáfora. Si, lo he leído y he entendido una sensación, cuando se mira un cuadro abstracto y surgen diferentes opiniones...la intencionalidad está en el artista, en el autor....luego viene una que va navegando y encuentra las palabras error y Malaga juntas...y sigue leyendo...y se produce el efecto Forer....
Me encanta ese sonido de las gaitas, lo siento!!!!
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Supongo que esa sensación de error no deja de ser un punto de más de autocrítica. Y puestos a suponer puedo suponer que seguramente sin él no estarías donde estás. Supongo que es bueno airear de vez en cuando, si no el sentimiento de culpa se estanca y huele que apesta. Y Creo que es fácil suponer que no tengo ni puta idea de lo que digo y que ya he desbarrado bastante :-)

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...