Oiga doctor, devuélvame mi depresión (...), llevo ya cinco meses sin una erección... Martínez ha vuelto a la vida (eso, o yo he palmado y aún no me enterado). Y se pasa todo el día, desde que salió de la cafetería de Sole, cantando a txapela (le ha sobrevenido una raíz vasca que debe de tener por ahí dentro) la canción de Sabina. Parece que volver a la vida ha matado una parte de él con la que aprendió a vivir (¿o morir?).
Estoy mejor que nunca, le oí decir a Paquito El Kioskero, pero ya no pinto y antes me pasaba todos los días haciendo dibujos. Paquito le preguntó sobre la necesidad de hacerlo y Martínez contestó que ya no tenía tanta. Pues por algún lado habrás derivado esa creatividad, concluyó Paquito El Kioskero.
Martínez camina y camina y de pronto cae, txapela en cabeza, en la cuenta... ¡Sigo pintando! Se mira a las manos, se mira a los pies (sí, alguna vez usó el hueco entre dedos para crear a golpe de acuarela), se mira en un reflejo de un escaparate ¡Claro que pinto, pero no necesito brocha!
Por detrás surge Casimiro (otro resucitado), se cruza en esta secuencia y le dice, ¡Claro. Andas, luego pintas! Después se pierde por el fondo de este post. Así las cosas, hasta donde sé, Martínez no traza sobre blanco, pero pisa la calle sin miedo a la gravedad.
Comentarios
Me imagino la vida sin pintarla pero y ¿al contrario?
Vivirla tiene su miga y a la vez pretender enseñar como la ves es una Goyería,ahora bien,todo se andará,pues se qué pinto.
Josakos..dijo