Ir al contenido principal

DETALLES A LA VISTA

Se despidió con un ¡Nos vemos donde no nos alcance la vista! Hoy se cumplen 20 años desde que la vi por última vez; a través del rabillo del ojo, con el filtro de las legañas de una noche de lujuria en verso y sin ánimo de abrirlos del todo. Se levantó, desnuda, y me quedé con su carta, donde me dejó esa frase. Aún me alcanza la vista a ninguna parte... De hecho creo que nací ciego, pero no supe verlo a tiempo.

De ella me quedó su letra, su frase y una hija que hoy tiene 20 años y muchas ganas de enseñarme a mirar con lupa. No sabe si seguir estudiando Restauración de Textos Rotos o empezar la carrera de Investigación de Orígenes. Siempre me acusa de no saber contemplar lo que tengo delante en beneficio de lo que no puedo ver. Es curioso que sea tu hija quien te diga esas cosas.

No sé qué pensará su madre. No lo puedo saber. Pero seguro que estaría de acuerdo con su hija. Porque ella era muy de degustar los mínimos detalles más visibles (y por ello invisibles). No hay día que no piense en todo lo bueno que me dejó. Porque es mi hija el primer detalle que me ha hecho visible. Hasta entonces, creo que estaba perdido entre el resto de detalles que no veía ni mucho menos miraba.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Precioso post repleto de detalles

"con el filtro de las legañas de una noche de lujuria en verso y sin ánimo de abrirlos del todo"

y literatura
Anónimo ha dicho que…
Siempre me acusa de no saber contemplar lo que tengo delante en beneficio de lo que no puedo ver.

Ya tengo para hoy...
Candela Guevara ha dicho que…
Una maravilla de post. Me encanta la carrera de Restauración de Textos Rotos y la de Investigación de Orígenes. Hay algunos que de esta última podríamos tener hasta un Master... será de tanto mirar con lupa.

Genial!!! Una historia preciosa que espero le cuentes algún día a tu hija.

Entradas populares de este blog

DESASOSIEGO ASPIRADO

No estamos en el Distrito 9 ni ante Terminators ni nada que se le parezca... sí, son aspiradoras. Llevaba con la mía más de 8 años cuando, por un fallo irreparable, me he visto en la obligación de renovar maquinaria absorbente . Así que me he metido en la sección de electrodomésticos de una gran superficie y me he encontrado con esto. ¡Joder, que estas máquinas me están mirando con cara de mala hostia! El mundo de los gadgets ha llegado, para quedarse, al territorio de los electrodomésticos. Impresionante experiencia. Para superar el choque me he ido corriendo al departamento de la tranquilidad , como de costumbre, la charcutería se convierte en mi salvavidas. De vuelta , finalmente me he llevado la más normal. No es ninguna de las que aparecen en imagen. He preferido dejarla reposar en el anonimato... Cuando la he enseñado su nuevo hogar, paradójicamente ha suspirado. Salud!

Twitter y lo que pasa...

Aún recuerdo cuando - allá por 2008 - salíamos a la calle, micro en mano, a preguntar a la gente: ¿Sabes qué es Twitter? Las caras eran un poema y las respuestas , una colección surrealista de posibilidades. Un sujetador, un bar... y sobre todo un "no sé" con risotada adjunta... Ahora, no hay informativo que se resista a su poder, ni país al intento de censura (en vano). Seguramente ésta ha sido una de las semanas más intensas en cuanto a información online al segundo se refiere. A saber, la Ley Sinde y sus movimientos, Álex de la Iglesia y sus acercamientos al 'pueblo de Internet' ; Túnez , Egipto , Jordania y ahora Yemen se remueven por dentro... Los ciudadanos, gracias a las redes sociales entre otras cosas, saben que viven bajo arresto, y no pueden más. Así que empezaremos el programa por nuestro Intérnate de la semana . Es decir, lo más movido de la Red y lo que viene; y en este particular destacamos un documental sobre el periodista 'mágnum' Enrique Me...

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina.