Ir al contenido principal

INVERTIDOS AL SENTIDO COMÚN

El otro día me di cuenta de que el reloj marcaba las horas, sí, pero hacia atrás. ¿Extraño, no? No sé cuánto tiempo ha pasado sin percatarme de ello. Estaba esta mañana haciendo unos ejercicios que me mandó el fisio para recolocar mi estabilidad, cuando al cronometrarme de reojo, mirando ese reloj del microondas que tanto tengo en cuenta, vi que los minutos restaban segundos al tiempo. Al principio achaqué a un efecto óptico la eliminación de una barrita al 5 digital, convertido en 4 accidentalmente....

Pero no, al 4 le sucedió el 3 y así hasta que terminé el ejercicio, definitivamente en sentido inverso. Hoy, el reloj del microondas sigue a lo suyo. Después de las 9 vienen las 8, después las 7 y así hasta llegar a medios días invertidos al sentido común. Yo no sé por dónde pillar este pillaje del tiempo.

Ahora bien, con tanto ajetreo, nadie se ha dado cuenta de que no sólo me ha ocurrido a mí y al sentido temporal de mi microondas de marca blanca. En la Puerta del Sol los segundos también se han empeñado en ir al revés. Extraño este fenómeno, ¿habrá que cambiar "el sentido de las agujas del reloj"?

Comentarios

grp ha dicho que…
Hoy me he levantado diciéndome a mí misma; ‘que alguien me lo explique porque yo no lo entiendo’. Y entonces he hecho algo que me gusta mucho: leer tranquilamente el ‘trabajo’ acumulado en PF para descubrir detalles que siempre explican y me explican un poco, como aquella ‘esquivando las balas de sus dudas’.

Y ayer tuve ocasión de ver a ese ‘conservador que se hace progre mientras discute con un progre que se ha hecho rico.’ Y coincido en que nos cuesta detectar en nosotros mismos lo evidente en personajes ajenos.

Y ahora entiendo que el reloj se ha invertido y los segundos van primeros. Y que el sentido común también se ha dado la vuelta. Y que hay que pasearse por el surrealismo para comprender muchas cosas del 'realismo'.

La respuesta a mi pregunta mañanera… en el reloj del microondas.
Dani Seseña ha dicho que…
Balas, dudas, minutos rebeldes... Casimiros, berberechos, etc. Exactamente, creo que yo también lo he he entendido. Pero no por mi entrada, sino por salir a tu comentario. Después, una mano amiga, procedente de un reloj que en lugar de un cuco, aguarda a un gilipollas, me ha dado una colleja al ritmo de las campanadas de las 12. ¿Qué te parece?
Anónimo ha dicho que…
Pues me parece una putada, pero claro, las collejas-amigas parece que hay que recibirlas con buena cara y mejor cuello. ¿Pica?

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co