La propuesta consistía en vender mi alma al peso -por supuesto al diablo-, pero además, incluía una oferta: si era capaz de vender una o dos almas más (nunca tres), gozaría de tres deseos más, más una tarifa plana de rencor infinito. Como para resistirse, ¿no? El caso es que procedí a tasarme y a pensar en una pareja con alma diabólica.
La verdad, no me sentó muy bien comprobar lo mucho que había adelgazado mi alma respecto a la última vez que me pesé. Apenas llegaba al gramo, cuando la media está en cinco. ¡Así me he convertido en candidato! No valgo una mierda para estar en este mundo de angelitos, me dije. Así que decidí aceptar la oferta y me camelé a Arturo y a su mujer, Llave María Maestra; juntos suman una micra... más o menos.
La secretaria del maestro tenebroso nos dio cita por separado. Uno a uno fuimos pasando. No sé qué conversación mantuvo con ellos, pero a mí, paradójicamente me ofreció el cielo en un despacho a 5 grados bajo cero. Curioso. Él tenía gesto bondadoso y alas de ángel erguido; un piercing en cada palma de la mano y otro par en los empeines de los pies. Y me recordaba al mismísimo... Bueno, no entremos en detalles.
Ahora, después de recordar me siento algo triste porque hemos facturado 1.000 millones de euros. Un 6,66% menos que en el ejercicio anterior. Por mi ventana te veo pasar hacia la cola del paro y me descojono de ti, mira que no querer aceptar la tarifa plana... Estoy en la portada de algún periódico, hablan de mí en las noticias. ¡Joder, soy Dios... No doy crédito!
La verdad, no me sentó muy bien comprobar lo mucho que había adelgazado mi alma respecto a la última vez que me pesé. Apenas llegaba al gramo, cuando la media está en cinco. ¡Así me he convertido en candidato! No valgo una mierda para estar en este mundo de angelitos, me dije. Así que decidí aceptar la oferta y me camelé a Arturo y a su mujer, Llave María Maestra; juntos suman una micra... más o menos.
La secretaria del maestro tenebroso nos dio cita por separado. Uno a uno fuimos pasando. No sé qué conversación mantuvo con ellos, pero a mí, paradójicamente me ofreció el cielo en un despacho a 5 grados bajo cero. Curioso. Él tenía gesto bondadoso y alas de ángel erguido; un piercing en cada palma de la mano y otro par en los empeines de los pies. Y me recordaba al mismísimo... Bueno, no entremos en detalles.
Ahora, después de recordar me siento algo triste porque hemos facturado 1.000 millones de euros. Un 6,66% menos que en el ejercicio anterior. Por mi ventana te veo pasar hacia la cola del paro y me descojono de ti, mira que no querer aceptar la tarifa plana... Estoy en la portada de algún periódico, hablan de mí en las noticias. ¡Joder, soy Dios... No doy crédito!
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