Estaba tecleándose las mechas cuando entró su compañera de piso por las venas; nunca lo hacía por la puerta por ser, dice, una entrada para obvios y pusilánimes. A María le repatea que Lucía actúe así, pero es incapaz de hacérselo entender. Lucía se mueve muy bien como pez en el agua a través de la sangre. Lucía Gore, la llama María Dorada. Sólo te pido que respetes este momento, mis mechas son, no sólo un camino adornado de rubio al interior o a mi exterior; son una manera de elegir.
Cuando da con la tecla adecuada se peina en la buena dirección de las raíces. Pero si una vena de paso se convierte en el paso de su amiga y rival, las raíces incluso, parecen resquebrajarse. Ambas viven juntas porque quieren aunque no quieran. Ambas conviven en el mismo espacio porque no saben vivir de otra forma; y seguramente no quieren ver que hay otra forma. El porqué lo desconozco.
Ese es el juego de la vida. Me muevo por tus venas y tú alteras mi sistema nervioso, María. Yo sé que no me lo dices, pero me llega a través de tus descargas invisibles. María no contesta porque está pendiente de su teclado, conectado inexorablemente a las mechas. Lucía sale para quitarse de en medio. Busca una excusa táctil por la que apartarse de la angustia que le produce la indiferencia de María. Entonces se conecta a su tableta y desaparece por la aplicación que no había venido. Una vena por la que escapar y nadar hasta salir a flote.
Cuando da con la tecla adecuada se peina en la buena dirección de las raíces. Pero si una vena de paso se convierte en el paso de su amiga y rival, las raíces incluso, parecen resquebrajarse. Ambas viven juntas porque quieren aunque no quieran. Ambas conviven en el mismo espacio porque no saben vivir de otra forma; y seguramente no quieren ver que hay otra forma. El porqué lo desconozco.
Ese es el juego de la vida. Me muevo por tus venas y tú alteras mi sistema nervioso, María. Yo sé que no me lo dices, pero me llega a través de tus descargas invisibles. María no contesta porque está pendiente de su teclado, conectado inexorablemente a las mechas. Lucía sale para quitarse de en medio. Busca una excusa táctil por la que apartarse de la angustia que le produce la indiferencia de María. Entonces se conecta a su tableta y desaparece por la aplicación que no había venido. Una vena por la que escapar y nadar hasta salir a flote.
Comentarios
Pero tras una descarga invisible creo que he dado con la salida de esta entrada. La obvia, no te creas.
Vamos, que voy por la puerta :)