
Es difícil entender que pasara algo así... Un tío que surge, cual genio cabrón, del desagüe, ante mí cuando estoy a punto de dar lustre al último cucharón de mi pequeño reino; con las gafas que siempre criticó Valentín -ahora empañadas por vaho del momento- y con mi ex compañero recién salido del sumidero que yo mismo atornillé. A mí no me grites, Valentín. Me permití ponerme gallito por mi clara posición de ventaja. Se le quedó enganchado el pie entre dos platos y un exabrupto caido durante a comida. Además... Estaba desesperado por recuperar su mala leche.
No sabía cómo hacerlo. Ante todo esa era la cuestión. ¿Cómo se devuelve algo así a alguien? ¿Dónde ha quedado, dónde la encuentro? ¿Cómo me lo saco de mis recuerdos? Que yo sepa, lo que se da no se quita... Aunque en este caso, ya me gustaría haberme librado durante mi infancia de este gañán. ¡Devuélveme lo que es mío! Insistía.
Ahí estaba. Ofendidísimo entre platos, con los años mal llevados y una exigencia que me afectaba directamente. Te jodan, le dije. Agarré los guantes de goma, improvisé un tirachinas y le metí un hueso de aceituna en el ojo. Después desapareció por donde había venido. No fue una venganza... Mi cubertería me necesitaban y Valentín no era lo suficiente fantasma como para hacerme pagar por los platos rotos que nunca rompí. Me sequé las manos y me fui a revisarme al espejo, a ver si quedaba alguna colleja pendiente.
No sabía cómo hacerlo. Ante todo esa era la cuestión. ¿Cómo se devuelve algo así a alguien? ¿Dónde ha quedado, dónde la encuentro? ¿Cómo me lo saco de mis recuerdos? Que yo sepa, lo que se da no se quita... Aunque en este caso, ya me gustaría haberme librado durante mi infancia de este gañán. ¡Devuélveme lo que es mío! Insistía.
Ahí estaba. Ofendidísimo entre platos, con los años mal llevados y una exigencia que me afectaba directamente. Te jodan, le dije. Agarré los guantes de goma, improvisé un tirachinas y le metí un hueso de aceituna en el ojo. Después desapareció por donde había venido. No fue una venganza... Mi cubertería me necesitaban y Valentín no era lo suficiente fantasma como para hacerme pagar por los platos rotos que nunca rompí. Me sequé las manos y me fui a revisarme al espejo, a ver si quedaba alguna colleja pendiente.
Comentarios
Fdo: una guay con restos de alguna marca en el cuello