"Desde que me metí en mi mismo, no he parado de rechazar una salida digna". Pero finalmente, Romano Sindía, salió de cuentas y parió un trozo personal con el que se sentía a gusto. Lo suficiente como para empezar a escuchar. Una porción con sabor a resquemor individual por aquello de sentir que la reprimenda no venía de una autoridad externa, sino de la suya propia.
Habían pasado 4 días y una hora desde que entró en coma interior. Cuatro días y una hora paseando por algo parecido a la cueva por la que el maestro Yoda obliga a pasar a Luke Skywalker en su transición hacia el olimpo de los Jedi. Pero en este caso no se encontró ante la peor versión de sí mismo con cara de Darth Vader, no. Lo que vio fue la única versión. Un espejo sin escapatoria y con las funciones de un viejo VHS le resumió en 4 días y una hora, y en imágenes sin sonido ni músicas, el sinsentido de su vida.
Y como Álex, tras pasar por semejante experimento, Romano volvió al exterior con nauseas, pero agarrado con todas sus fuerzas a esa porción (que no de pizza) de sí mismo. Seguramente, la única que podía llevarle a vivir su vida, con algo parecido al sentido común. Sin embargo, sus vecinos, amigos, desconocidos, cura, charcutera y parientes secundarios no dan un euro por él. Ellos son los que me cuentan la versión de los hechos. Todos habitan en el bloque 6º de la calle Cueva. Y concluyen en su email (firmado por la Comunidad/Autoridad externa): "Aquí, quien entra en sí mismo, no sale del bloque".
Habían pasado 4 días y una hora desde que entró en coma interior. Cuatro días y una hora paseando por algo parecido a la cueva por la que el maestro Yoda obliga a pasar a Luke Skywalker en su transición hacia el olimpo de los Jedi. Pero en este caso no se encontró ante la peor versión de sí mismo con cara de Darth Vader, no. Lo que vio fue la única versión. Un espejo sin escapatoria y con las funciones de un viejo VHS le resumió en 4 días y una hora, y en imágenes sin sonido ni músicas, el sinsentido de su vida.
Y como Álex, tras pasar por semejante experimento, Romano volvió al exterior con nauseas, pero agarrado con todas sus fuerzas a esa porción (que no de pizza) de sí mismo. Seguramente, la única que podía llevarle a vivir su vida, con algo parecido al sentido común. Sin embargo, sus vecinos, amigos, desconocidos, cura, charcutera y parientes secundarios no dan un euro por él. Ellos son los que me cuentan la versión de los hechos. Todos habitan en el bloque 6º de la calle Cueva. Y concluyen en su email (firmado por la Comunidad/Autoridad externa): "Aquí, quien entra en sí mismo, no sale del bloque".
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