Ir al contenido principal

BRINDIS POR LA VIDA… MODERNA

Iba por la sección de legumbres cuando caí: tengo que llevar ya el coche al taller. Me lo compré de segunda mano hace un año y la verdad, acerté. No me ha dado ningún problema en todo este tiempo. Claro, se acerca la ITV y hay que ponerlo a punto. Pasé de largo por las estanterías de dulces, me paré en vinos. Mientras observaba las novedades y ofertas del Súper me acordé de que mi muela del juicio no puede esperar más. Pasé de ofertones y me llevé al carro un Enrique Mendoza (Syrah, 2003). Lo recomiendo. Luego llegaron la leche, el fiambre, la fruta, el café… En plena duda entre si optar por un filete de añojo o unas costillas me vino a la mente Gaspar Llamazares. No sé, me lo haré mirar. Enfilado ya en la caja recordé que tenía que comprar por su cumpleaños un regalo a mi amigo Paquito. Bueno, luego me paso por el Vips, resolví.

Me conecté a Internet nada más llegar a casa. Tenía a medio bajar el capítulo 2 de la sexta temporada de 24. Ya sólo quedaban 15 minutos. Me puse a colocar las cosas en su sitio. Cuando finalmente cogí el ticket de la compra me di cuenta de que me habían colado un kilo de mandarinas de más. ¡Joder! Ya veía a la cajera cuadrando a mi costa. ¡El regalo de Paquito, mierda! Me bajé al Vips y le compré una linterna de esas que enchufan una luz azul muy potente. Él es manitas informático de profesión y devoción, y sabía de buena tinta que la quería. No vayan a pensar que cogí lo primero que se me ocurrió. Nada de eso. Cuando volví a casa, el capítulo de 24 ya estaba descargado. Me preparé para el gran momento. Domingo, tres de la tarde, a unas 18 horas de volver al curro… Un vinito, tranquilidad y unas doradas costillas… Y la siesta después esperándome. ¡Salud!

Comentarios

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co