Ir al contenido principal

DECIBELIOS SOBREVIVEN EN LA RED... OI!

Se llamaban Decibelios, eran skinheads y los acabo de redescubrir gracias a Youtube. Mucho se especuló con que si eran unos fachas o por el contrario unos rojos... ¡Qué más da, eran los Decibelios y punto! Un grupo de obreros, como decían ellos, que decidieron montarse su banda, con la boina como símbolo y la Damm como poción mágica... Oi!

En decibelios.net, que no sé si es la web oficial, hay enlaces a muchos vídeos de ellos, unos cuantos actuaciones en directo. Os lo recomiendo, merecen la pena sólo por revisar la historia entre los 80 y los 90 a través de su visión. Gamberros, provocadores, suspicaces, agresivos y originales, los Decibelios se atrevieron a transgredir y hablar de crisis cuando y donde muchos callaban... en los escenarios. Se metían con los socialistas de Felipe González... Lógico, conocían las miserias del curro desde dentro... desde los andamios; veían que aquel gobierno comenzaba a hacer aguas y la palabra Obrero apenas tenía sentido dentro de las siglas...

El caso es que gracias youtube y a los entusiastas de Decibelios, podemos recuperar sonidos que no tienen precio.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Capitán Garfio
A Decibelios tambien los vi en directo,en Almansa.
Fue mi primera salida con el carnet de conducir recien sacado,unos 80 km mas o menos,ida y los mismos de vuelta,seria el año 87,¿creo?,.
Entonces yo era punk,y esa era la musica que escuchaba,Eskorbuto,La polla,Siniestro,y un sin fin de grupos Españoles de entonces,por que a los de fuera,no me alcanzaba el bolsillo y tambien eran mas inaccesibles.
Tambien vi años despues a los Ramones,Toy dolls,Mano negra,y como no,a los Madnes,ya sé que soy un poco pesao,pero es que no me canso de repetirlo.Usted me perdone.
Por ultimo decirte que Decibelios no eran fachas,si no todo lo contrario,eran obreros,paletas,como se definian ellos.Sus gritos de guerra eran:"paletas al poder" ,"borrachos y orgullosos" y como no,el"oi oi oi!"

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...