Me apetecía pan del bueno, de leña, recién hecho... de ese que antes de ingerirlo ya te ha atrapado con su aroma. Así que me bajé a la panadería de la esquina y lo pedí. Después, la parada obligada en el kiosoko y finalmente subiría a casa a hacerme unas buenas tostadas. Pero me llamó la atención una pareja que estaba unos dos metros del puesto de periódicos. Discutían abiertamente sobre política. Puse la antena y escuché.
Ella, Mari Paz, le reprochaba a Julio que era un comodón. Y él hacía lo propio con ella colgándole el cliché de roja. La cosa prometía. Pronto aparecieron los nombres propios... Que si Zapatero es un falso, vacío y sin ideas, que se va a cargar España, que es un blando, que si De Juana. Y desde la otra parte de ‘la cancha’: que Rajoy es un pelele agitador , que si Acebes da asco, que menudos fachas, que si la Guerra, tal, tal y tal. En fin, nada que no se encuentre en una conversación cotidiana, vísperas de las elecciones.
Ella, Mari Paz, le reprochaba a Julio que era un comodón. Y él hacía lo propio con ella colgándole el cliché de roja. La cosa prometía. Pronto aparecieron los nombres propios... Que si Zapatero es un falso, vacío y sin ideas, que se va a cargar España, que es un blando, que si De Juana. Y desde la otra parte de ‘la cancha’: que Rajoy es un pelele agitador , que si Acebes da asco, que menudos fachas, que si la Guerra, tal, tal y tal. En fin, nada que no se encuentre en una conversación cotidiana, vísperas de las elecciones.
En pleno fervor dialéctico se callaron y se quedaron mirándose a los ojos, en silencio. No movían ni un párpado. Un minuto así, dos, tres... La kioskera, el kioskero y yo nos miramos con caras de sorpresa. En esto llegó una madre con su hijo y pasó delante de ellos extrañada ante aquel cuadro. Entonces el niño preguntó a su madre: “Mamá, qué les pasa”. Ella contestó que no tenía ni idea. El niño, a diferencia de los adultos que estábamos ahí, pensó en algo y se acercó a ellos. No les dijo nada, se metió la mano en el bolsillo de la cazadora, sacó 10 céntimos, los depositó en un periódico que había en el suelo entre Mari Paz y Julio, y la pareja comenzó de nuevo a discutir. Les aplaudimos, nos guiñaron un ojo y siguieron.
Las tostadas estaban riquísimas.
Las tostadas estaban riquísimas.
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