Ir al contenido principal

7 GRADOS EN LA ESCALA TWITTER

El temblor ha marcado unos 7 grados en la escala Twitter... Una burrada, dicho en plata. El planeta se ha colapsado por un momento, desde dentro. El mundo aparte, o sea la tierra por fuera, no ha aparentado sufrir grandes problemas, pero su interior, es decir la Red, ha vivido momentos de locura extrema. Aún no se conocen los detalles, ni se conocerán. Mientras tanto, los tuiteros siguen seguidos y/o siguen siguiendo. Así es el juego.

La locura ha consistido en que un error desconocido, un ataque ingenioso o un gas sublimado en tuit, ha logrado que los seguidores de unos y de otros se entremeclen. No en grupo, sino en grupos... De repente, los más ególatras y coleccionistas de seguidores, se han encontrado sin sus legiones de fans, a cambio tienen a los tres que siguen a algún donnadie; por el contrario, algún recién llegado a Twitter se ha visto rodeado de miles de seguidores ajenos.

...Dos de estos ciberególatras se han enzarzado a hostias dialécticas. El motivo: acusarse mutuamente de robar ejemplares de 'followers'. Ha sido el momento -como se dirían en tele- más visto, más seguido; que ha coincidido con ese marcado 7º en la escala Twitter. Después todo ha vuelto a la normalidad, cada cual con su ego, su vela, sus obsesiones, sus ingeniosos tuits, sus seguidores, sus decisiones de seguir, o no, a éste o a este otro... En definitiva, así está el Patio.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Con mi despiste habitual no he debido de oler el gas sublimado, porque hasta donde yo sé lady Gaga no anda retuiteándome (ni tuteándome, jua).

A día de hoy sigo siendo una de esas donnadie (en twitter, se entiende) que mencionas, con mi único pero gran seguidor.
Juana ha dicho que…
Yo ni me he enterado del "temblor" .... claro que cuando se publican las listas de "los más seguidos de Twitter" no suelo conocer ni a uno .... a lo mejor es mi despiste natural .... no se ....

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...