Ayer se levantó en modo avión y no terminó de encajarse a sí mismo en modo alguno. Se sentía mal por lo que había hecho, pero David Zoquete De Tomás es una persona que sabe cómo reciclarse y deshacerse de sus malas ideas (junto con las latas vacías y los papeles borrados) y también de los hechos consumados. Pero sí, en modo alguno se termina encajando siempre al final de la odisea, cuando la luz del día da paso al modo noche. Aunque termina, eso sí, dudando de todo, pero nunca de él.
Eso lo tiene claro. Es fundamental desconectarse para volver a conectar; básico errar para recomponer; esencial meter la pata para sentir ese horror tan peculiar; imprescindible caerse para tumbarse del todo... Hace tres flexiones y se repite esto una y otra vez. Normalmente le funciona, pero algo le pasó ayer que ni en modo noche llegaba el encaje a los bolillos. Entonces cuando intentó el plan C (pensar antes de hablar), erró del todo. Se tropezó con un abrelatas y cayó dentro de las fauces del váter.
Engullido por el desperdicio y entremezclado con los filamentos oscuros, empezó a encajar. No volvió en sí a través del inodoro, sino a través de las tuberías que llevan a la cocina. Atraído por el olor a patio interior (una fusión de aroma a tortilla francesa, a colada con suavizante y a fragor de vecindad) regresó a la vida de su vida. Seguro que algo ha aprendido.
Eso lo tiene claro. Es fundamental desconectarse para volver a conectar; básico errar para recomponer; esencial meter la pata para sentir ese horror tan peculiar; imprescindible caerse para tumbarse del todo... Hace tres flexiones y se repite esto una y otra vez. Normalmente le funciona, pero algo le pasó ayer que ni en modo noche llegaba el encaje a los bolillos. Entonces cuando intentó el plan C (pensar antes de hablar), erró del todo. Se tropezó con un abrelatas y cayó dentro de las fauces del váter.
Engullido por el desperdicio y entremezclado con los filamentos oscuros, empezó a encajar. No volvió en sí a través del inodoro, sino a través de las tuberías que llevan a la cocina. Atraído por el olor a patio interior (una fusión de aroma a tortilla francesa, a colada con suavizante y a fragor de vecindad) regresó a la vida de su vida. Seguro que algo ha aprendido.
Comentarios
Me gusta este mundo entre tabiques, sí.
Un abrazo
Mercè, ahora que lo mencionas, lo inesperado es un destino, al final, bastante recurrente e... inesperado. Además, te lleva a otros, que aunque te los esperas, siempre son diferentes. Gracias por comentar!