Es curioso como el paisaje urbano nos sigue deparando esculturas u homenajes improvisados. Aquí tenéis un culto a la cultura MOD que se esculpe al principio de la calle Augusto Figueroa (frontera que divide los barrios de Chueca y Malasaña en Madrid). Tiene pinta de que un día la “A” que acompañaba a sus tres letras hermanas cayó por su propio peso. Bueno, a veces ocurre. Puede ser una letra, un motivo, una idea diluida en la evolución, una desgana de vivir, dejadez, una retirada a tiempo, o la simple asunción de una derrota. En cualquier caso, el matiz llamado “A” que un día daba sentido en una dirección estética, pasó a mejor destino. O no.
Otro ejemplo, no tan improvisado, es éste que tenéis junto a la derecha... (y centro del post). Menos improvisado porque es “otra letra” que formaba parte de un todo que tuvo su sentido: InterACCIONES ELECTORALES. Pero también ocurre que un resto de algo, un rescoldo fuera de su hoguera inicial, cobra más sentido con el tiempo que el motivo por el que fue dibujado en su día. Ya mediréis. En este caso, el grafiti se encuentra en la calle De la Escuadra, en el también barrio madrileño de Lavapiés.
Y como colofón, os invito a degustar esta joya que me he encontrado en la puerta de un primer piso –omito el barrio y la calle por no encontrarse en la vía pública- del centro de Madrid. Es la era de la customización; si podemos personalizar nuestro aparato de aire condicionado con un cuadro de Klimt, o poner nuestro careto en la tarjeta de crédito… ¿Por qué no vamos a desear lo mejor a nuestra manera y a nuestros vecinos desde la misma entrada a la intimidad hogareña?
Otro ejemplo, no tan improvisado, es éste que tenéis junto a la derecha... (y centro del post). Menos improvisado porque es “otra letra” que formaba parte de un todo que tuvo su sentido: InterACCIONES ELECTORALES. Pero también ocurre que un resto de algo, un rescoldo fuera de su hoguera inicial, cobra más sentido con el tiempo que el motivo por el que fue dibujado en su día. Ya mediréis. En este caso, el grafiti se encuentra en la calle De la Escuadra, en el también barrio madrileño de Lavapiés.
Y como colofón, os invito a degustar esta joya que me he encontrado en la puerta de un primer piso –omito el barrio y la calle por no encontrarse en la vía pública- del centro de Madrid. Es la era de la customización; si podemos personalizar nuestro aparato de aire condicionado con un cuadro de Klimt, o poner nuestro careto en la tarjeta de crédito… ¿Por qué no vamos a desear lo mejor a nuestra manera y a nuestros vecinos desde la misma entrada a la intimidad hogareña?
Salud!
Comentarios
Eva