¡Cada vez que Joan Suburbio utiliza el verbo suprimir provoca una recesión mundial que después termina en crisis! Así me lo 'tituló' Arturo Eléctrico cuando nos cruzamos en el autobús hace unas horas. No le señaló directamente como causa directa del efecto, pero sí dejó claro que algo tenía que ver en el asunto. Porque desde los 90 no usaba este infinitivo, precisamente por prescripción médica... y política.
¿Cómo pronunció el verbo? Le pregunté a Eléctrico, y me contestó que no lo pronunció. Se vio obligado a combinarlo con las teclas 'Ctrl' y 'Alt'. Se le había bloqueado parte del disco duro y la mitad del cerebro, de ahí que recurriera a la fórmula mágica... Porque antes, cuando algo parecido pasaba en su vida, directamente reseteaba; es lo que le había recomendado que hiciera el propio ministro de Economía de entonces, mientras su médico de cabecera le recetaba otro verbo en su lugar: Abolir.
Se le escapó, se bloqueó, se obcecó, se empeñó... Y al final, pasó lo que pasó. Concluyó Eléctrico. Yo me limité a escuchar y a contener la caída de párpados, porque a las 7 de la mañana es difícil escuchar unas declaraciones en línea regular de autobús y no mantener medio cerebro pensando bajo el edredón. Tampoco me pidió que hiciera nada, ni buscó consejos, sólo necesitaba contármelo. Y cuando se bajó en su parada me di cuenta de que le habían pegado en la espalda un cartel que decía "No hay billetes".
Dentro de un rato, cuando me levante del todo, trataré de entender esta crónica de 'golpe y porrazo'... Y más tarde recordaré la catástrofe acontecida después de que Casimiro usara por última vez y en solitario (como de costumbre) el verbo amar. Eran días difíciles; hoy son imposibles.
Comentarios
Qué maravilla ese final tan poético.